No es solo la ausencia del amor lo que me consume
es la desolación de ser extraña en mi propia historia
de ver desde la oscuridad cómo otro encarna el papel
que pensé escrito para mi alma solitaria.
¿Son acaso señales o espejismos los que persigo?
¿Fe verdadera o el delirio de quien se aferra a un hilo invisible?
¿Dónde termina el amor y empieza la sombra que lo devora?
Sigo hilando destinos invisibles
descifrando mensajes en el silencio
convencida de que el silencio también puede ser palabra
que la ausencia es mas presente.
Mientras la voz susurra que quizá soy joven
yo siento el cansancio de siglos en mi pecho
esperando un amor que siempre pertenece a otro tiempo
a otro verso, a otra tragedia que no me nombra.
Dicen que el amor llega sin aviso,
pero, ¿qué ocurre cuando la espera se vuelve prisión?
¿Se es fuerte cuando se aprende a esconder el llanto,
o solo experta en fingir la calma?
Si el amor fuera un vestido
yo sería la pieza olvidada en un armario oscuro
deslumbrante pero cubierta de polvo y olvido
esperando que alguien, en un acto de locura
decida vestirme y hacerme existir.
Y mientras camino por este mundo
con ese vestido invisible que pesa más que el alma
me pregunto no si seré amada algún día
sino, si podré dejar de soñar con quien nunca me amo.
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