Escrito #008 - Parece que te gusta renacer
May 13, 2025

¿Creen en la astrología?
Siempre me costó pensar en la idea de creer en ella. Creer en el sentido de tener fe, de creer dogmáticamente. Siempre la pensé como lo que es: un lenguaje de símbolos que intenta unir el arriba y el abajo, que intenta tejer ese entramado que nos une en tanto polvo de estrellas con el universo entero.
Dejemos los debates de lado, solo quiero tomar una "cuestión" para hacer de ella un espacio de reflexión, como vengo haciendo hasta ahora.
- Hijas e hijos de la luna
La luna en una carta astral (se los explico corto y simplificado para que entendamos lo justo y necesario y no me pierdan el hilo) representa el set de estrategias emocionales que utilizaremos para lograr la calma, la sensación de seguridad, la idea de estar "fuera de peligro". La forma en que nos sentimos nutridos, queridos, cuidados... a salvo. Aquellos mecanismos psicológicos que se pondrán en juego frente a lo nuevo, lo distinto, lo incierto, lo percibido peligroso. La luna es eso y más.
Pero conformemonos con entender a nuestra luna natal como nuestro mayor escudo imaginario frente a un peligro que probablemente en la infancia fue real, pero hoy requiere de otro tratamiento: el de un adulto haciéndose cargo de sus heridas de la infancia para no volverse preso de un mecanismo desajustado y obsoleto que se presenta como único y urgente.
Voy a compartir una suerte de síntesis teórica que hice en su momento sobre la luna en escorpio:
El núcleo energético de esta luna se encuentra en ese punto máximo de vida y muerte. Históricamente constituida en un vínculo fusionante, en donde implícitamente la matriz “le pidió todo de ella”, el afecto estuvo altamente mediado por la Ambivalencia, el miedo a ser devorado y la entrega fusionante a la matriz. Nuevamente, el mundo interior de esta persona será vasto y difícil de penetrar, tan difícil que nadie nunca tendrá acceso. Ligado a la muerte, el dolor y el conflicto encontrará seguridad en la constante sensación de que “todo puede destruirse de un momento a otro”.
¿Se puede encontrar amor en el dolor?
Eso preguntó una compañera del curso de astrología cuando vimos el mecanismo de esa luna. Se lo preguntó de forma genuina. Porque... ¿quién sería tan tonto de construir su refugio del peligro en el peligro? ¿quién sería tan poco inteligente de alojarse en el centro de la tensión y el conflicto y percibirse a salvo?
Como se habrán dado cuenta soy muy preguntón. Es un poco estilo de escritura, y un poco mi forma de ser: tengo una relación ambivaliente con las preguntas. A veces me encantan y me divierte quedarme pensando en ellas, otras me peleo y quiero respuestas. Quiero definiciones, quiero conceptos claros. Y esa ambivalencia responde también a la pregunta iniciar: ¿se puede amar y odiar a la vez?
Hay algo seductor en esa sensación de que todo podría destruirse en cualquier momento. En ese punto en donde la vida y la muerte están igualmente balanceados: la destrucción también es generadora de vida. A veces atravesamos experiencias que nos llevan al límite. Si, son experiencias que nos marcan... pero también nos forman. El dolor también es formativo, solo que lo sabremos con el tiempo. Algunos le llaman resiliencia a esa capacidad de tocar fondo e impulsarse hacia una nueva superficie. A esa capacidad de poder aprender a encontrar belleza en el caos, a encontrar amor en el dolor.
Parace que te gusta renacer
Allá por mis 29 años, en plena crisis de los 30, me di cuenta que me llevaba cíclicamente una y otra vez a experiencias que me obligaban a renacer. Si pienso en la estructura, pareciera que siempre había un punto de inflexión en donde no me quedaba otra que simbólicamente morir y volver a nacer. Vaciarme absolutamente toda sensación de poder personal hasta sentirme absolutamente pequeño, para luego con entereza tomar todos mis pedazos y reconstruirme... y simbólicamente renacer.
Como si tuviera que habitar constantemente tres etapas: impotencia, potencia, omnipotencia. Y tengo canciones que me han acompañado en esos momentos, canciones que dicen en sus versos que ahora me toca pensar en mi, priorizarme, cuidarme, quererme, etc. Y de esa forma quedaba constituido un mecanismo sumamente virtuoso (ahora retomaré esa idea con una crítica) en donde la sensación de resurgimiento se sentía con extasis, con júbilo, con cierta épica casi herórica: acá estoy de nuevo,vuelvo a brillar. Pero... ¿por cuánto?
Caminaba por la costanera de Vicente Lopez, mirando al río en busca de alguna respuesta (no tenía más ganas de habitar preguntas) y me dijea mi mismo "parece que te gusta renacer". Y, no me malentiendan, estoy seguro de que no había nada del todo conciente del mecanismo. Seguramente mi terapeuta me lo había dicho muchas veces, o al menos insinuado pero la ficha me cayó allí, en ese lugar. Había un componente volitivo, había una elección.
Una vez una amiga me dijo, en plena crisis de angustia, en una de mis probables momentos de impotencia, "esto que estás haciendo, podés elegir no hacerlo".
Quizás es buscar la misma sensación, pero sin tanto costo emocional.
No está mal empoderanos. No está mal ponernos como prioridad e insistir con lo que nos hace sentir mejor con nosotros. No está mal elegir hacer aquello que persigue como objetivo esa sensación de poder, esa sensación de plenitud. No está mal renacer. No está mal reconstruirse si hace falta. El problema es el costo.
Cito algo que acabo de escribir:
Y de esa forma quedaba constituido un mecanismo sumamente virtuoso (ahora retomaré esa idea con una crítica) en donde la sensación de resurgimiento se sentía con extasis, con júbilo, con cierta épica casi herórica: acá estoy de nuevo,vuelvo a brillar. Pero... ¿por cuánto?
El mecanismo era virtuoso, claro, en términos del resultado: la sensación de éxtasis asociada a sentirse poderoso. Pero ¿qué costos emocionales pagaba? ¿Cuánto soporta la psiquis aquellos continuos rompimientos? ¿Cuánto resiste el alma tantas fracturas? ¿Cuánto puede sostener un cuerpo constamente golpeado por la ansiedad y la angustia? El costo emocional era muy grande. ¿Esto dispuesto a pagarlo?
Por último, a veces creemos que no tenemos más opciones que reaccionar de la misma forma aprendida de reaccionar. Creemos que el refugio, que siempre fue calor y siempre fue alimento, permanece eterno y estable. Creemos que nada de eso que nos sucede es, de alguna curiosa forma, nuestra elección. Creo profundamente que eso que estás haciendo ahora con lo que te pasa... podés elegir no hacerlo.
Podés mirarlo con otros ojos, podés re-escribirlo, re-interpretarlo, desafiarlo, cuestionarlo, aceptarlo, amarlo, abrazarlo o simplemente dejar de elegirlo. Podés evaluar los costos. Podés elegir no pagarlos. A veces ese peligro es un mal cuento que nos contamos de noche y nos dio miedo. Pero no hay nada abajo de la cama, solo nuestros miedos... que son nuestros y podemos empezar a bienvenirlos como los adultos y las adultas que somos. Ponerles palabra, ponerles cuerpo, hacerles preguntas.
Podés evaluar los costos. Podés elegir no pagarlos.
Migue escribe cosas.
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