Bueno, hoy quiero compartir algunos pensamientos (nada acabado) sobre el famoso complejo del salvador/salvado. Definiciones técnicas y teóricas sobran, yo voy a dar mi lectura e interpretación. Nada de lo que diga pretende ser verdad, es solo experiencia. No sé por qué aclaro, pero creo que es honesto de mi parte compartir algunas ideas que me habitan sin pretender que en ellas se entrelean "verdades".
Si vos estás bien, yo estoy bien
¿Será que los patrones que componen nuestro lenguaje de amor se forman en la primera infancia? ¿Será que la manera en que entendemos disponible el afecto se construye narrativamente en aquellas primeras interacciones que forjan nuestro psiquismo? ¿Será que en esas primeras miradas de aprobación o desaprobación se comienza a generar ciertas reglas implícitas de juego que luego llevaremos como instructivo a nuestro mundo vincular?
Algunos contestarán que sí. Algunos pocos que no. Pero seguro coincidiremos en que "a amar se aprende". Hay algo de esa experiencia que no viene dada, se construye. Hay algo de esa competencia social que se empapa del mundo que nos rodea: películas, series, programas, libros, experiencias escolares, anécdotas familiares, actitudes que vemos en la clase, etc. No creo que podamos definir una fuente de aprendizaje, pero me arriesgo a pensar que en ese primer gran centro nodal que es el complejo mundo familiar probablemente hayamos aprendido nuestras primeras herramientas para ser amados. Habremos, probablemente, detectado que determinados comportamientos, determinadas conductas, resultaban en aprobación, valoración, afecto instantáneo. ¿Somos animales emocionales? Entiendo que hay algo de que somos criaturas de apego que viene ligado a una necesidad de supervivencia: necesitamos alimento, necesitamos nutrición. El amor también es alimento.
Si vos no estas bien, yo no estoy bien
¿Se gana el amor? ¿Se conquista? ¿Se lucha por sobrevivir a la amenaza de la hambruna? ¿Se siente mejor hacer que otros esten bien? ¿Se es amado si y solo si se logra rescatar al que nunca pidió ser salvado?
En algun momento de nuestra formación en tanto amantes, parece, aprendimos que si haciamos todo lo posible y lo imposible por rescatar al otro, eso resultaría en amor incondicional. Quizás alguna de nuestras figuras de apego primaria nos dio a entender que estaba rota, muy rota, y que nosotros, cada vez que estabamos ahí firmes e incondicionales, esa herida se cerraba (aunque más no sea por un ratito)
Evidentemente algo de nosotros comprendió que cuando nos volvíamos necesarios, esenciales, sanadores... había amor. Salvarte es salvarme. Si no estás bien yo no puedo estar bien. Que vos estes bien (por mis maneras de hacerte estar bien) implica que yo estoy bien (porque que vos estes bien a partir de mis cuidados me hace sentir que yo también estoy bien)
Bueno, parece que eso en algun momento funcionó. ¿Qué habremos sentido en ese momento en que asociamos que nuestra presencia y completa disposición provocaba que el roto deje de estar roto (aunque más no sea por un ratito?) ¿Qué mirada de amor? ¿Qué sonrisa de aprobación? ¿Qué palabra de reconocimiento? ¿Qué habrá sido? No sé, pero ese día nos convertimos en salvadores.
Si vos estás bien, yo no estoy bien
¿Y qué sucede si solo aprendimos a ser salvadores? ¿Y qué sucede si nos aferramos a esa adrenalina de romperme lo suficiente para que el roto deje de estar roto? ¿Y qué pasa si sentir que el otro está bien pero nosotros no tenemos que ver con ello nos hace sentir mal? ¿Y qué será de nosotros si vos estás bien?
Todos somos en algun momento el salvador de algun salvado. Espero que no hayan, hasta ahora, intuído en mis palabras algun mensaje implícito: me hago preguntas, no juzgo.
Te sentiste especial. Especial de una forma en que quizás nada te vuelva a hacer sentir así. Te sentiste patológicamente especial. Te sentiste inherentemente especial. Te sentiste poderosamente especial.
Con vos hablo cosas que nunca hablé con nadie
Dijo. Dijo y caí profundamente enamorado de ser especial. De ser especialmente sanador para vos. ¿Será que necesitaré que te sientas constantemente mal para poder hacerte sentir bien? ¿Se logra la felicidad a partir de la infelicidad? ¿Y qué será de mi si vos estas bien y no tengo nada que ver con ello?
Yo estoy bien. Vos estás bien.
Un día descubrís que el otro es feliz... ¡y vos tambien! Amigo, amiga... el salvado has sido tú. En ese instante en que entendes que tu felicidad es tuya, que es tu construcción, te has librado de una narrativa densa, compleja, oscura. Has logrado salirte de un guión de una obra de teatro que necesitaba producir infelicidad. Había que destruir para, pieza a pieza, volver a armar lo que era en realidad un castillo construido sobre arena.
Todos somos en algun momento el salvador de algun salvado. Pero no podemos salvar a todos. Ni podemos ser eternos superheroes de una ciudad que no pide ser rescatada de ningún peligro. Porque la trampa es creer que hay salvación: que efectivamente sos ese salvador. Aceptar que el goce este puesto en un hilo de conversaciones tramposas repletas de control, manipulación y fantasía. Y que pensarte y construirte en tanto salvador pareciera ser más una trampa para no mirar hacia adentro.
Volvemos a mirarnos. Volvemos a encontrarnos embebidos en nuestras propias narrativas. Volvemos a reconocer un personaje de un guión de una obra que se actúa detrás de escena.
No tenés que reparar ninguna casa que no construiste para merecer la propia.
¿Lo dejamos acá?
Migue escribe cosas.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión