Me estás rompiendo el corazón
Puede ser que lo merezca
Por ser una niña en el amor
Y andar con tantas vueltas
(Fragmento de la canción "Ninja" de Potra)
"Cada uno recibe el amor que cree merecer."
O eso dice aquella frase trillada. No sé si es tan así. Pero tiene un punto. Creo que al pensar en los límites que le ponemos al otro hay algo de merecimiento que se pone de alguna forma en juego. Y cuando pasa la tormenta, el enojo con nosotros es "haber permitido" aquello que hoy se entiende fue indigno.
¿Cómo permití que alguién entrara y desordenara el cuarto en el que tan pacíficamente dormía?
"Donde no puedas amar no te demores."
O eso dice la señora Khalo. Comunmente, pensamos que esa frase nos dice que si no nos aman, hay que irse. Pero, cuidado, el foco pareciera estar, más bien, en la acción de amar: el amor que das y el amor que recibis. Es una relación recíproca: Donde no haya reciprocidad, no te demores. (Era más linda la frase de la Sra. Khlalo)
Entonces la frase inicial parecería indicar que el acto de recibir amor está "aislado" y ligado a nuestro merecer. Recibo aquello que permito. Entra aquello que dejo entrar.
Y puede ser que merezca lo malo en el sentido de que aquello es justo. Que una parte nuestra asoció el vacío, la incertidumbre, el maltrato o la falta con amar. Puede ser que algo de nuestro lenguaje de amor está atravesado por el silencio inexplicable, por la no reciprocidad o por la ausencia. O puede ser, también, que en un vínculo yo me acostumbre a lo unidireccional: no es necesario que sea de a dos, soy solo yo amandote y está OK.
"Merezco el merecimiento que creo merecer"
Digo "puede ser" en el sentido de reconocer que nos habitan esas voces: evidentemente hay partes nuestras que validan y legalizan la carencia como una condición merecida. Pero también creo que el merecimiento no deja de ser una construcción narrativa.
En algun lugar, convencidos, nos construimos en tanto amantes al costado de aquello que nos generar dolor, inseguridad, desvalor. Aceptarnos en tanto in-merecedores nos permite preguntarnos por aquellas maneras sitemáticas que tenemos para permitir lo "impermitible". ¿En qué momento el amor quedó pegado a la indiferencia? ¿En qué momento el amor quedó abrojado a la intermitencia? ¿En qué momento el afecto que pretende ser alimento se volvió ayuno?
Comprendernos como una historia con retazos escritos a mano quizás sirva para poder empezar a corregir el cuento. Para bailar se necesitan dos, si. Pero ya les dije en otro escrito que solo nos podemos responsabilizar por nosotros, por nuestra historia. Podemos elegir quedarnos con el migajeo, con el fantasmeo, con el orbiteo... o reconocernos en esa herida que cada vez que elegimos merecer poco (en contraste a nuestro deseo) la volvemos a rozar.
"Allí donde no pueda merecer, no me demoro"
Y volvemos al inicio. Quizás merezca hoy que me rompan el corazón por ser una niña en el amor. Pero creo que ser adultos nos permite volver a recuperar el centro de la narrativa y empezar a pedir lo que queremos, a expresar lo que necesitamos, a exigir lo que merecemos. Por supuesto que es de a dos. Pero si yo acepto en la medida que creo merecer le otorgo el poder al otro de volverse fantasía, de volverse promesa incumplida, o de ser eso, esquivo y enigmático, que quizás pueda conquistar, porque nuevamente quizás el amor haya que ganarselo, y no interesa ya romperme.
No. No queremos volver ahí. No te vayas tan lejos de vos. No vale la pena perderse tanto. Es lindo volver volver. Siempre es lindo volver a vos.
Para cerrar, concuerdo parcialmente con que cada uno recibe el amor que cree merecer. Sin embargo, no tiene por que volverse un castigo. Al contrario, tiene que ser un llamado a la reflexión. No se puede sanar una herida que no se ve, y para verla hay que detenerse a pensar en ella y en ella.
Bueno... ¿Lo dejamos acá?
Che, si leyeron y vienen leyendo todos los anteriores y les gusta, pueden poner me gusta, comentar o compartir algun fragmentito con el que hayan resonado en sus stories. Recuerden que yo escribo cosas nomás, no es para nadie, es de todo aquel que resuene.
Ahora si, los veo.
Migue escribe cosas.
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