Escribir...

Me paraliza la hoja en blanco.

La contradicción entre las palabras que oprimen el pecho apresuradas por salir y la sensación de no tener nada que decir, nada importante al menos.

Importante al ojo ajeno, el miedo a ser juzgada, sin entender que esto es por y para mí.

Sin embargo cuando apoyo la lapicera en mi preciado diario o pongo mis manos en el teclado, las palabras brotan desesperadas sin llegar a tener tiempo de analizarlas. No me dan tiempo a criticarlas con mi ojo tan autoexigente, y qué bueno que así sea, sino no estaría aquí haciéndolo y de cuánta magia me perdería.

Escribir es mi terapia y mi refugio. Mi entendimiento y contención. Me conozco cada día un poco más gracias a ella y la vida empieza a tomar un rumbo más pleno.

Todavía no entiendo si es mi alma la que habla, si realmente soy yo o algo superior se expresa a través de mi mano, pero me siento en trance y cuando termino estoy liviana; ese peso en el pecho ya no está.

Siempre guardé mis palabras sólo para mí, pero acá estoy compartiendo, exponiéndome. No sé bien cómo estoy con eso, pero me admiro por haberme animado, algo que me cuesta horrores hacer, permitirme ser yo, fluir sin recelo, y qué lindo se siente.

Si vos también dudas te recomiendo que lo hagas, sin pretensiones, sólo hacelo y te vas a dar cuenta que es un camino de ida, no sé bien hacia donde, pero te aseguro que vale la pena.

Gracias por leerme 🫂