Esa noche era fría,
se sentía solitaria,
mi corazón lloraba,
mientras mi mente no entendía por qué.
Mis manos temblaban al pensarlo
y mis ojos derramaban lágrimas sin cesar,
estúpido sentimiento,
de creer que ya nada será igual,
de que todo acabó sin haber acabado.
Lloré el duelo sin haberlo comenzado,
sufrí antes de que te fueras,
vi el final tan cerca
que me hice cenizas antes de mi muerte.
Cenizas que se esparcieron por el mundo,
dejándome desaparecer,
en microscópicas moléculas,
que ya nadie podría juntar,
para volver a armar mi corazón.
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