Israel, Palestina.
No es una guerra,
es un asesinato organizado,
donde el poder apunta y el mundo
aplaude en silencio.
Hablan de conflicto,
como si los dos tuvieran el poder
sobre el otro.
Pero allá no es así,
una parte tira misiles y la otra,
tira piedras, desde una tierra sitiada,
donde respirar ya no es un derecho, si no un acto de rebelión.
¿Dónde están los que gobiernan,
los que dicen representar?
Se inclinan ante asesinos,
por no perder su lugar.
Gobiernos tibios frente al genocidio,
los genuflexos del poder.
los que hablan de paz con la voz temblorosa
porque tienen miedo de señalar al asesino.
Cobardes de traje,
cómplices de un genocidio.
Silencios diplomáticos,
posturas sin valor,
palabras que no salvan vidas,
solo salvan su cobardía
Y cada Silencio suyo, es una bala.
Cada frase ambigua, es un misil sobre un edificio.
Y eso no es neutralidad,
es complicidad disfrazada de diplomacia.
Y en medio de todo este caos,
hay políticos cotizando,
hay donaciones que nunca llegan.
vendiendo solidaridad vacía,
facturando con el sufrimiento.
Todo esto es negocio,
menos la vida Palestina.
Esa no se cotiza en el mercado,
esa se entierra bajo misiles y escombros,
mientras un mundo mira, filma, comparte,
pero no detiene nada.
Los gobiernos nos quieren callados,
nos quieren tibios,
nos quieren ciegos.
¿Y vos? ¿Vas a seguir callando
por qué no está tu sangre en juego?
¿O vas a abrir la boca
aunque tiemble el mundo entero?
Que la empatía no sea moda,
que la rabia sea motor.
Porque cuando el mundo es cómplice,
ser humano es rebelión.
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