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    Es como barro que refresca tu niñez

    Amira

    Abr 11, 2024

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    Es como barro que refresca tu niñez
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    La casa de la abuela, ese lugar al que todos queríamos ir cuando eramos chiquitos. Quizás, porque nos sentíamos más libres, quizás porque cuando sos chico no tenés más preocupaciones que decidir si jugar a las escondidas en el patio o hacer tortitas de barro y flores en la vereda.

    En mi caso, ir a lo de la kuky era una fiesta.

    Desde chicos la gastronomía siempre fue un aspecto clave en nuestras vidas, porque cocinar es un acto de amor, y más cuando cocinaba ella. Llegar a su casa y sentir desde la puerta el aroma de las papas a la española que estaban en el horno, y saber, que sobre la mesa iba a haber comida como para un regimiento, cuando en realidad solo eramos nosotros seis y la tía Marcela. Que no importaba cuantas veces le dijeras que estabas satisfecho, siempre te iba a poner más comida en el plato. Saber que nos ibamos a ir con la lata llena de mantecados para disfrutar hasta volver.

    La comunicación, ella siempre sabía que decir y que contar. Las historias del negrito, de sus hermanos cuando eran chicos, contarnos una y otra vez de cuando Nico le pidió que le comprara un Cassette de James Brown, cuando entré a la sala del hospital cuando nació él y pedí que se lo llevaran, las líneas que marcaba en la pared con Bere para ver cuanto iba creciendo, o de cuando Alexia se puso su primer traje griego.

    Obviamente, la economía y los prestamos financieros los hacia a escondidas, en su habitación, donde guardaba también todas las golosinas que nos compraba. La abuela de los perfumes, a la que le olíamos todos los frascos una y otra vez, la que siempre nos mostraba su cajita donde guardaba las flechas que “su negrito” le traía de regalo cuando eran novios.

    Lo que no nos dimos cuenta, o al menos en ese momento yo no super ver, fue que todo tenia un fin, un mensaje oculto. Que la mesa llena y la comida son excusas, que lo real es el amor y la oportunidad de compartir, que siempre hay lugar para un plato más en la mesa, que mirar al de al lado y tener empatía, es importante. Que los valores, la educación y el respeto son características que se necesitan durante toda la vida. Que no importa cuantos sucesos tristes te pasen, hay que levantarse, poner un paso doble y bailar. Supongo que por eso ella decía: “hay que bailar, como si nadie te estuviera viendo” (y ella sí que bailaba).

    Ojalá siempre disfrute la familia, la comida, los abrazos, las charlas y la vida como vos.

    Cuando era chica una vez me preguntaron que quería ser cuando sea grande, y yo contesté: “Abuela”.

    Amira

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