Amor mío…
¿Recuerdas cómo te encontré?
Yo era un hombre que caminaba sin alma,
un cuerpo entre ruinas,
y tú eras la única llama viva en mi invierno sin nombre.
Te vi reír… y el universo dejó de ser cruel por un instante.
Te amé como se ama lo imposible,
como se ama al aire cuando se está ahogando.
No sabía que alguien podía doler desde el primer latido.
Te escribí mil cartas sin papel,
las recité en mi pecho cada noche que no eras mía.
Derroté demonios con tus ojos en mi mente,
escupí sobre el juicio, traicioné mis sombras,
maté todo lo que fui para hacer espacio en mí… para ti.
Y cuando por fin llevaste mi apellido,
cuando por fin la vida me dijo “sí”,
apareciste con ese vestido blanco
como si Dios mismo hubiera querido redimirme.
Pero la luna de miel fue el infierno disfrazado de cielo.
Te dormiste en mis brazos con una paz que no entendí,
y cuando desperté… ya no estabas.
No llorabas. No respirabas. No me veías.
Amor…
te fuiste el mismo día que te hiciste mía.
Y desde entonces, cargo un cuerpo lleno de ti,
un corazón que solo late por costumbre.
Hoy dejo esta carta junto a tus flores rojas.
Las más hermosas, como lo eras tú
y aún así, nunca suficientes.
Dime, mi vida
¿cuánto debo pagar por no volverte a ver?
¿Cuál es el precio de seguir aquí
mientras tú duermes bajo la tierra que compartimos?
¿Cuándo podré alcanzarte?
Dímelo… porque ya no sé vivir sin tu muerte.
Tu esposo,
el hombre al que te llevaste contigo
sin llevártelo del todo.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión