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Era un poeta.

Dolbach

Aug 3, 2024

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Era un poeta.
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2018.

Primer premio del Primer certamen de relatos cortos: Villa de Torralba.

………………..

Nació sin luna.

Era solo un sueño. Nada menos que un sueño. Abelio lo sabía, pero prefirió vivirlo como una realidad tangible. Eligió caminarlo con los pies desnudos y sin suelas que le privaran de notar cada piedra, de mojarse en cada charco, de congelarse con cada helada de cada amanecer.

Y es que Abelio era un poeta.

Caminó cada paso como si fuera el mejor de los últimos pasos.

En aquellos paisajes, acabados hace tanto tiempo, nuevos en cada estación nueva, fue encontrando toda la nada que nunca había buscado. Fue viviendo, en esa realidad de sueño, la vida que nunca había imaginado.

Y es que Abelio, ya lo dije, era un poeta.

Fue luego de un día sin sombra que la noche nació sin luna. A oscuras quiso el dormir ser esquivo, puede que por los miedos que de la noche nacen, y en vela, Abelio escuchó, quizás imaginó, lo que aquí os cuento:

Silbaba el viento o era un susurro pidiendo silencio. Pero no, no era eso. Aire en movimiento. Crujir de ramas. Voces a lo lejos.

Abelio se había refugiado en un corral viejo. Una tiná en lo alto de un pequeño cerro. Todo era viejo por aquellos suelos. Se acercaban los ruidos y empezó a distinguir palabras entre los ecos.

-… ya te digo que no sé lo que me ha pasado.

-Sí, ya te he escuchado, no haces más que repetir eso, pero sigo sin poder entenderlo.

-Yo tampoco puedo… yo tampoco… sabes que el alcohol, a veces, me pone violento.

Abelio se asomó sobre las piedras. Vio la luz que guiaba el camino de los dos extraños. Vio cómo, tras estar cerca, se alejaban, y con sus pasos, sus palabras.

Volvió el silencio.

No vino el sueño.

¿Tenía los ojos cerrados o abiertos?

¿Qué le habría pasado a aquel hombre? Hablaban de algo violento… y esa voz, esas voces, le sonaban conocidas.

Siguieron las horas o quizás fue tan solo un instante en el tiempo. Volvieron los pasos. La tenue luz. Los ecos.

-Hemos de volver, te digo. Deshacernos del cuerpo.

-No puedo pensar… creo que he de afrontarlo. He de pagar por ello.

-Pero no hay testigos. Nadie te vio en ese corral viejo.

-… Yo siempre sabré lo que he hecho.

-Sí, de eso nada va a librarte. Ni siquiera el tiempo.

-Me asusté, salió de entre las sombras…

-Creíste que era una fiera o alguien siniestro…

-Pero solo era un pobre poeta… solo era Abelio.

Vale.

Dolbach

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