equinoccio.

en el alféizar seguía la macetita, la no-me-olvides hecha un gurruño de tanto mirar hacia arriba. yo la regaba, tozuda, sabiendo que el agua no restituye a nadie. su silencio era mi única coartada, el aire empujándome los dedos contra las agujas, la lana crispada, el frío horadando la terraza, y la ciudad abajo, devorando horas que no eran mías. me fui apañando como pude, con las ausencias clavadas a la chepa, abrigo anegado que no escurre ni a tiros.

rellenaba boquetes con memorias avinagradas, colgaba las carencias de un hilo carcomido que aún se obstinaba en llamarse hogar. y mis manos, pobres desgraciadas, se abrían pidiendo peso, un latido, algo que replicara. nada, solo bruma y pensamiento. y el pensamiento, cuando más lo imploro, se me abre en canal y se esfuma dejándome el huequito, la boca llena de aire yerto, la certeza de que hasta lo que pienso me abandona.

le pillé el gusto al tic-tac del reloj, al sol colándose en jirones por las lamas color moca de unas persianas que compré alegre en una de esas tiendas que lo tienen todo: sacos de cemento, macetas con petunias, tornillos huérfanos en cestas de saldo. me quedé embobada viéndolas, con el sol besándolas despacio, como si también quisiera anidar. miraba las partículas en suspensión, les encontraba silueta, rostros a medio trazar, recuerdos que jamás existieron. la soledad me daba miedo, me tiraba del dobladillo como criatura caprichosa, y yo nunca tuve agallas para girarme. pensaba que si le veía el rostro, sería el mío. y que al encontrarme, sin más, me dejaría sin resuello.

me fui llenando, llenándome de querencia en mitad de la ausencia; del frío arrebolándome las mejillas y de esos calcetines de deditos que tendía a gotear en un pequeño espacio de la terraza de un piso recién alquilado. le fui cogiendo afecto a estar conmigo —abnegada y a la vez mansa—, aprendiendo a reconocerme sin testigos. ermitaña de sofá, de seso, de mesas mudas. me conté los lunares de la cara y en cada uno escondí un talismán: una ilusión, un augurio, una promesa chiquita custodiada en sal.