epílogo de mi historia a tu lado

Esta quizá sea una carta con las memorias de una historia que no siempre fue tan dulce como la siento ahora sobre los labios.

Hace un año empecé a ahogarme entre el intrépido hilo de decisiones estupidas, con el corazón en la mano decidí guardarlo un momento, me había aburrido de las mentiras entre susurros y fue cuando a mi vida llegó una persona, que desde la primera vez que se sentó a mi lado se sintió cuando luego de un dia de derrota alguien te ofrece un cigarro y yo no suelo fumar y sé que él estaba lejos de dichas experiencias.

Creo que así ocurre el amor.

Y de pronto su sonrisa era todo lo que yo soñaba en mis noches.

Pero la parte consciente y realista me gritaba que no debía aferrarme ni dejar que se aferrara a mi, porque aún seguía teniendo los golpes de un amor que me desarmó.

La lucha interna dentro de mí estaba a niveles inimaginables, quería sentirme amado, quería entregarme pero no sostener nada que en un momento débil me arrastrara al suelo.

Mi mente y mi corazón estaban nublados de tantas dudas y entre mi conciencia temerosa también lo dañé, no se puede amar a alguien cuando no sabes que quiere con serenidad ¿pero como le decia que queria algo a su lado pero tenia miedo un dia despertar con su ausencia?

Muchos odian esa frase que dice que algo debe fluir, pero si no dejas todo tome un curso natural, estarás forzando a que ocurra algo. Yo siempre amé el amor en calma pero el que me volvió a la vida se grita, se siente y me quema la piel.

Caminé mucho tiempo sintiéndome feliz y buscando cierta estabilidad, pero es que el paraíso también fue librado entre infiernos, puedo decir que teníamos esos momentos de gloria donde mis miedos abrazaban su esperanza pero luego nos alejamos tanto que queriamos soltarnos.

No sé cuantas veces me cerró la puerta o cuantas más yo dormía afuera de su casa aferrado a que no me podía existir sin él. Eramos un algo, sin ser algo, pero era doloroso.

No sé que pasaba pero si sé que muchas veces grité el enojo, frustración que me daba vivir entre besos en guerra a su lado, abandonar el barco e irme era una de las alternativas para dejar de sufrir entre los problemas que nos separaban y yo sé que también quería romperme la cabeza por mi testarudez.

Quise mandarlo lejos de mi, pero la distancia era peor que la presencia.

Había más bondad en otras sonrisas y compañía, pero yo sentía que amaba su caos.

Fuimos dos piezas distintas que no encajaron por el dolor, por las cicatrices, por el miedo de su pasado que se negaba a soltarnos en presente.

Yo no hablo que mi relación nació sobre margaritas y brotó en campos verdes, a mi amor le costó florecer entre la piedra y muchas veces sin una sola gota de agua.

Quizas tenia mil razones para no apostar por nosotros pero nos seguimos aferrando a las risas de las noches sinceras y a la manera en que mi vida solamente brillaba con él.

Mar,

Tuve miedo de amarte desde el día uno, tuve miedo de perderme por una persona, te tuve miedo cuando nos gritamos con desaparecer y los días fueron ausentes pero no entendía a profundidad porque seguía siendo tu calor el único que aliviaba el frio.

Tú viste más allá que la personalidad luminosa que hace que todos quieran permanecer a mi lado, tú escuchaste más que mis bromas y chistes que hace que todos se rían, tú fuiste la única persona que se sentó a mi lado cuando las ruinas del amor que pensé mío estaba bajo mis pies, como si realmente hubieras sobrevivido a la gran guerra.

Tú amor siempre fue más allá de ser mi incondicional, pasó a ser mi ideal.

Tal vez, amor…pasamos tantos días alejados de la idea de tú y yo, pero ésta nunca nos soltó. No soy la persona más apropiada que podría sentarse en la cena de tus padres, tampoco el guapo que presumirias a tus tías ni mucho menos el que se incluiría en los viajes con tus amigos, tal vez estoy alejado de lo correcto que todos quisieran para ti, pero viví este proceso contigo, resistimos todas las estaciones y aunque en la tormenta yo decía que no necesitaba de nadie mientras me ahogaba, fuiste el único que sostenía mi paraguas sobre mi testarudez.

Este es epílogo de mi historia a tu lado, han sido doscientos treinta y dos días contigo, mil intentos de deshacernos uno del otro, cientos de noches y madrugadas consumidos por el llanto porque queríamos encajar y amarnos bien, porque de saber que nos íbamos a conocer nunca hubiéramos dejado que nadie nos hiciera daño.

En un mundo lleno de caos, todos pueden decirte que soy especialista en hacerme el desentendido e irme sin responsabilidad, pero tú le dirás que mi versión es sólo porque no me han conocido realmente. Tú tienes el poder de mi, has vivido todas mis tonalidades y me has amado hasta en las opacas…¿podemos seguir siendo un por siempre tú y yo?