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Entrevista cercana del tercer tipo

Aug 20, 2024

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Entrevista cercana del tercer tipo
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Esta es una historia real. Todo lo narrado a continuación ocurre en Pehuen-co, Argentina entre el año 2015 y 2021. Por pedido del protagonista voy a cambiar nombres, algunas fechas y ciertas locaciones. Por respeto a su historia, el resto lo voy a contar tal cual sucedió. 

A principios del corriente 2021 tuve la suerte de ir a pasar unos dias de vacaciones con mi familia a Pehuen-co. No conocía, y fue elegido porque algunas personas cercanas habían ido varias veces, y sabían de la tranquilidad y belleza del lugar.

Apenas llegué me pasaron muchas cosas. Lo primero que sentí fue una especie de enamoramiento por la calma, la gente amable, el paisaje precioso, las calles de tierra, la vegetación, la falta de autos y motos y especialmente por el extraño fenómeno que se da en muy pocos lugares de Argentina: el sol sale y se pone en el mar. Una experiencia transformadora.

Ese sentimiento de amor por el pueblo me duró los quince días que me quedé, y de hecho sigue presente al día de hoy. Pero con el correr de los días estando ahí empecé a percibir otras cosas. Es dificil de explicar y sinceramente no se si lo voy a hacer bien, pero lo que empecé a ver del pueblo fue una especie de misterio, algo raro, como si todos sus habitantes supieran algo que yo no. Pero no algo necesariamente malo, inclusive quizás ni ellos sabían bien que era, estaba ahí, una sensación sobrenatural sobrevolaba las playas, bosques y centro de Pehuen-co.

Había ciertas cosas del pueblo que me hacían agrandar más y más mi teoría de esa sensación oculta. Por ejemplo, la ferreteria principal tiene forma de plato volador, literalmente, y así se llama, parece una pavada, pero -¿ferretería plato volador? ¿De verdad?- Por otro lado una de las grandes banderas del lugar es que el legendario Darwin había pasado por sus tierras para realizar estudios, otro detalle increíble. Algo más que me llamaba la atención era la cantidad impresionante de rocas enormes que bordeaban la costa maritima, haciendo difícil (pero no imposible) bañarse. Esto último puede parecer lo menos extraño, pero me daba la sensación de que el pueblo mismo necesitaba protegerse de algo. La conclusión: es un lugar precioso, donde hay una cantidad enorme de cosas inexplicables y ningun habitante cuestiona nada. Todo funciona así, en armonía. Se mantiene el equilibrio .

Serían las once de la noche del cuarto dia de vacaciones y yo no tenía ganas de quedarme en la casa en la que estábamos parando. Quería salir y divertirme un poco. Mi grupo vacacional estaba destruido por el hermoso y largo dia de playa que habíamos tenido, asi que no me quedó otra que tomar mi abrigo y salir sólo a ver que me deparaba la noche.

No tenía vehiculo y todo lo hacía a pie. Las distancias no eran largas, porque el pueblo es chico, aunque los habitantes viven diciendo que todo queda a dos o tres cuadras. La mayoría de las veces tienen razón, con la salvedad de que las cuadras allí son el doble o triple de largas que en la ciudad.

Las calles casi que no tienen luz artificial, y son iluminadas por las estrellas y la luna, experiencia que disfrutaba cada noche al caminar.

Llegué al centro y me senté en la mesa de el bar principal a comer una hamburguesa y a tomar una cerveza mientras veía un duo musical muy simpático que interpretaba canciones bailables. 

Pasada la medianoche decidí emprender el camino de regreso a la casa, pero esta vez decidí agarrar por un camino alternativo, para chusmear otros lugares.

De pronto, en una cuadra muy oscura y silenciosa, escuché a alguien que me llamaba: -"Che flaco ¿tenés fuego?- me dijo una voz desde la penumbra. Me acerqué tranquilo y me encontré con un hombre de unos treinta y tanto, quizas cuarenta años, sentado en el suelo de tierra y con la espalda apoyada en un arbol. Era flaco, alto, con esas caras que parecen puro hueso, pero que se escondía bien detrás de una copiosa barba desprolija. Pelo corto y enrulado, rubio como el sol y ojos celestes, tirando a grises.

Se levantó para recibir el encendedor que le estaba prestando, y se volvió a sentar con la espalda en el árbol para prender su cigarrillo: -Soy Nico- me dijo con una voz un tanto afónica y calma, intentando entablar una conversación. Le respondí mi nombré y proseguimos con la típica charla de dos personas que se conocen en un lugar vacacional, "de donde sos" "cuantos dias te quedas" "con quien viniste". Yo en realidad respondía casi de compromiso, esperando que me devuelva mi encendedor, la realidad es que ya tenía ganas de irme a dormir. Hasta que en un momento me hizo una pregunta que me descolocó, se salió de el libreto básico de presentación, en vez de preguntarme a que me dedicaba me preguntó: -"¿Que te gusta hacer?-". Le respondí que me gustaba escribir cuentos, no estoy seguro que sea lo que más me gusta hacer, pero me salió eso. -Ah, si te gusta escribir cuentos yo tengo uno para vos que es un éxito tremendo- me dijo con tono misterioso.

En ese momento la situación cambió radicalmente. Ya se me había ido el sueño y la conversación pasó a interesarme.

-Eso si, tenes que disponer de tiempo, porque es una historia larga- me dijo mientras yo me sentaba en canastita al lado suyo.

-Y otra cosa más, te pido paciencia y que no te asustes. Es que no puedo contar esta historia sin llorar- .

Le pregunté si podía grabarlo con el celular, para no olvidarme detalles. -Si, dale, intentalo, pero igual prestame atencion- me respondió, mientras parecía tragarse una risa espontánea. Prendí la grabadora de voz del celular y lo apoyé en mi muslo, grabando:

-Como te dije antes, yo soy de acá, de Pehuen, hace como veinte años que vivo acá, y si bien siempre escuché un monton de leyendas y mitos sobre el pueblo, la verdad que hasta ese 23 de enero de 2015 nunca me había pasado nada. Aquel verano, yo trabajaba de mozo en un bar del centro y a la hora que cortaba mi turno acostumbraba quedarme con mis amigos ahí mismo en el bar, pero ya como cliente, tomando algo y disfrutando de la noche. Aquella del 23 no fue la excepción, pero la noche estaba tan linda que me quedé media hora con los chicos y me fui a caminar sólo por la playa. Amaba andar de noche cerca del mar. Era común en mí, los pibes lo sabían, asi que no me insistieron en que me quedé, ni en acompañarme. Perdoname, ¿me das un cigarrillo? me quedé sin, y como verás fumo mucho y rápido - le convidé uno y siguió con la historia.

-Habré llegado a la playa a eso de las 11 y media de la noche, no estoy muy seguro, porque en esa epoca no usaba celular y mucho menos reloj, pero haciendo un calculo era esa hora más o menos. La noche estaba inmejorable, las estrellas parecían multiplicarse a cada segundo iluminando toda la arena, y la luna estaba bien grande y resaltaba las crestas de las olas formando miles de picos plateados en el paisaje marítimo. Caminé un rato mirando el cielo, el mar y la arena. Cuando llegué más o menos a la bajada Espora me detuve porque una especie de zumbido bajo pero creciente parecia venir del mar. Me acerqué a la orilla y vi como en el horizonte salía una especie de bola de fuego que se iba haciendo cada vez más grande. El sonido aumentaba y el color rojizo de la bola empezó a teñir el cielo, fusionando el paisaje. Ya no podía ver, la luz era muy fuerte y me encandilaba. El sonido era insoportable. Me tiré al piso y me acurruqué. De repente todo paró al mismo tiempo y se hizo un silencio sepulcral. Hasta el mar parecía no tener sonido. Me levanté y me empecé a incorporar de a poco. Es la primera vez que puedo contar toda esta parte sin quebrar...- Rompió en llanto como un nene de cinco años. 

Atiné a ponerle una mano en la espalda, la verdad que me quedé en shock. No podia creer la historia y además me impactaba mucho ver llorar de esa manera a un hombre grande. No tenia consuelo, lloraba a los gritos.

Se calmó un poco y me pidió disculpas. Yo no supe mucho que decir, pero obviamente le aclaré que no tenía nada que disculparle. Cuando se recompuso siguió con su relato:

-Bueno, cuando me levanté como te decía, había un silencio enorme, las olas no hacían ruido, aunque yo podía haber quedado aturdido por el sonido. Y además no se veía nada, ni el horizonte del mar, ni la playa a más de tres metros, aunque eso podía ser por lo fuerte que me había encandilado esa luz. No podía ser que las estrellas desaparezcan y que el mar se quede mudo. Asi que empecé a caminar rapido por la playa en dirección a mi casa. Seguía sin ver a lo lejos. Vision corta y el resto todo oscuridad. Habré hecho veinte o treinta metros y ví una de las paradas de guardavidas, eso no era raro, lo raro se encontraba sobre el puesto: había un búho completamente blanco, con los ojos enormes, mirandome fijo. Le pasé un poco lejos, sabía que no podía hacerme daño pero tampoco era común ver ese animal ahí. Cuando lo pasé, el búho giró la cabeza 180 grados y me siguió mirando mientras caminaba. El miedo me invadía cada vez más. Unos metros más adelante encontré una piedra gigante, que tenía forma de submarino. Más adelante me topé con un dibujo en la arena, parecía una figura geométrica rara, una especie de mándala, le pasé los pies por encima y no se borraba. Aceleré el paso y cuando hice unos metros más la cosa se puso peor: otro puesto de guardavidas con otro búho blanco, me miró de la misma manera. Más adelante, otra piedra con forma de submarino identica a la anterior. A continuación el mismo dibujo en la arena. Ahí empecé a correr, y todo llegaba nuevamente, cada vez más rapido. El búho, la piedra, el dibujo, una y otra vez..- Tomó aire y tiró la cabeza para atrás para no volver a quebrarse. Dejé unos segundos de silencio para no incomodarlo y siguió:

-Intenté ir para el lado contrario al mar, para subir al pueblo, y era lo mismo. Se repetía el búho, la piedra y el dibujo. Empecé a llorar, no entendía lo que me estaba pasando, y no tenía lugar a donde ir. Caminé por horas y el paisaje se repetía una y otra vez, sin llegar a ningún lado. En un momento hasta me había aprendido de memoria los pasos: Búho, 25 pasos más y aparecía la piedra submarimo, 17 pasos más y aparecía el mándala en la arena, 32 pasos más y volvía el búho. Estaba preso adentro de un bucle. Pasaron horas, tantas que se convirtieron en días, aunque nunca salió el sol. Perdí por completo la noción del tiempo, pero yo creo que debo haber estado dos días mínimo caminando. En un momento me tiré en la orilla del mar y ahí me quedé, esperando la muerte- Hizo otra pausa para secarse las lagrimas que no paraban de caerle.

-En un momento salió el sol y me pegó de frente en la cara. Abrí los ojos y fue como volver a nacer. Al lado mío estaba parado Lolo, uno de mis amigos. Me decía que me había quedado dormido toda la noche en la playa, que me vaya a mi casa. No me acuerdo mucho esa parte, pero Lolo me cuenta que yo repetía "no fue una noche, no fue una noche". En shock totalmente. Esa es mi historia-.

El silencio se apoderó por completo de la escena, ni él ni yo podíamos hablar. Nico se secaba las lagrimas con la manga de su abrigo y yo contenía el llanto, porque estaba completamente movilizado por la historia y por su forma de contarla. Pasando unos segundos de silencio me dijo: -¿Queres escuchar algo más increíble? No termina acá- asentí con la cabeza. -Al año siguiente el mismo 23 de enero, cerca de las 12 de la noche, me quedé completamente ciego. Así, súbitamente, de un momento a otro todo negro. Mis amigos me llevaron al hospital. Me hicieron mil estudios y no me encontraron nada, me dijeron que podía ser por el estrés, que se me iba a pasar en unas horas seguramente. Efectivamente, unas horas después recuperé la vista. Eso fue 2016. El 23 de enero de 2017 me pasó lo mismo, me quedé ciego unas horas. El 23 de enero de 2018 lo mismo. Ahora ya espero la fecha y me preparo para esas horas de ceguera-.

Nico parecía calmarse conforme pasaban los minutos y yo no podía creer lo que me contaba. Completamente movilizado y asustado, no quería ni pensar como iba a hacer para volver solo, caminando todas esas cuadras oscuras hasta la casa.

Le pregunté si era la única secuela que tenía: -No. Me pasa algo que creo que es más dificil de llevar que la ceguera temporal. Hay noches que tengo sueños premonitorios. Sueño cosas que le van a pasar a mis seres queridos, o incluso cosas que me van a pasar a mí. Sueño en colores, con detalles, con sonidos. Te juro que la mayoría de las noches no puedo dormir hermano. Es muy dificil todo-.

Ahí ya no aguanté más y dejé caer las primeras lagrimas. Sinceramente no sabía por qué. Era un cúmulo de emociones demasiado fuertes.

Nico se paró, como para empezar a retirarse, no sin antes soltar una frase que se me clavó en el alma: -"¿Sabes que es lo peor de todo esto hermano? Que nunca más pude ir a caminar por la playa de noche"-.

El silencio se hizo protagonista otra vez mientras nos mirabamos. Él ya parado a punto de irse y yo en el suelo, tieso. Puse stop a la grabación del celular.

-A ver, ponele play que quiero saber como me escuchó ahí- dijo Nico con un tono un tanto jocoso.

Cuando apreté el botón para reproducir, se escuchaba solo interferencia. Como la televisión vieja cuando se cortaba el cable. Me quedé atónito mirando el aparato.

-Te debe andar mal el micrófono hermano, te vas a tener que acordar de memoria- Dijo Nico mientras ya caminaba y me daba la espalda.

Le pregunté si podía buscarlo en algún lugar si no me acordaba alguna parte de la historia.

-No creo que nos volvamos a ver hermano, pero tranquilo que vas a escribir un buen cuento-. Fue lo último que me dijo, sin decir más, se fue caminando y efectivamente no volví a saber nada de él. 

Tardé casi cinco meses en armar la historia, recordar los detalles y plasmarla. No se que fue realmente lo que le pasó a Nico. El tampoco lo sabe. Seguramente fue algo fuera de nuestro plano o nuestro alcance de comprensión. Quizas algo extraterrestre. O algo de otra parte, pero no necesariamente de otro planeta.

Creo que su experiencia y su historia tienen una fuerza energética enorme. Y creo también que las consecuencias que él tiene, son un don, que tendrá que aprender a controlar y mejorar. Excepto el miedo al mar de noche. Eso va a tener que trabajarlo mucho para vencerlo.

Estoy seguro también que Nico sabía que yo iba a estar ahí. Sabía que nos ibamos a encontrar y sabía que iba a poder contarle su historia a alguien que la pueda narrar. Nada de lo que pasó aquella noche en la que nos conocimos fue casualidad. Yo necesitaba una historia, y Nico alguien que escuche la suya.

Si me preguntan a mi. Yo, elijo creer.

Emiliano Oliva

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