Era una noche acompañado por las sombras y el eco inquietante del viento, me vi sumido en un sueño tan oscuro que solo la luz de la luna se veía reflejada por la ventana. En esta dimensión onírica, me encontraba junto a mi madre en un apartamento lúgubre y desolado, donde los muros parecían susurrar secretos siniestros y los pasillos se alargaban a medida que uno los observaba.
Entre enigmas de imágenes sensoriales, me encontré en una conversación con una joven enigmática, cuyo rostro estaba envuelto en sombras y misterio. No podía discernir si nuestra conexión era de índole amistosa o si ocultaba un propósito más amoroso. De repente, como un susurro del abismo, apareció un hombre obeso y calvo, cuya presencia cargada de una oscuridad que helaba los huesos y ponía al descubierto el miedo latente dentro de mí.
Este hombre, cuya mirada desafiaba constantemente cada palabra que soltaba, se reveló como la pareja de la misteriosa mujer. Sin embargo, su semblante vacío y su esencia destilaban una malevolencia indescriptible. Horas de diálogo pasaron, pero en un instante fatídico, me vi solo con él en la habitación. Fue entonces cuando su forma empezó a distorsionarse y retorcerse, como si la misma esencia de la locura se hubiera apoderado de él. Mis gritos de terror resonaron en todo el departamento mientras luchaba por despertar de esta pesadilla y el eco se escuchaba cada vez más lejano.
Pero despertar no trajo consuelo alguno. Una vez más, me encontré en la misma habitación junto a mi madre, esta vez la joven mujer ya se encontraba con nosotros, al parecer a mi madre no le molestaba su presencia. La charla se volvía cada vez más amena, pero en mi mente no podía evitar pensar en el regreso de aquel hombre, como si supiera lo que estaba por ocurrir. El timbre sonó, después de unos minutos y en efecto, de vuelta el mismo sujeto, se adentraba a saludar pero esta vez, su mirada era más cálida o eso es lo que transmitía.
Luego de varias horas, el suelo comienza a mostrar cambios y está vez podía observar como si fuera un ente, el hombre obeso se encontraba a solas con mi madre. Por un momento pude identificar lo que estaba ocurriendo, era lo mismo que había soñado, pero con la diferencia que era mi madre la que se quedaba a solas con él. Las luces parpadeaban, mi cuerpo helado no me permitía alejar a mi madre del hombre, hasta que en un intento forzoso pude salir de ese trance, pero al sacudir a mi madre para que reaccione... Su cuerpo se encontraba helado y comenzaba a deformarse, justo como esperaba que lo hiciera él y como había soñado solo mis gritos se escuchaban mientras el departamento se alejaba.
Volví a despertarme en el mismo hogar, pero esta vez el departamento no mostraba un ambiente tenue grisáceo, mi madre junto a la joven se encontraban platicando muy a gusto, y el hombre parecía ya estar ahí. No puedo dejar de pensar que algo malo va a suceder,¿Ya estaré despierto? Me pregunté una y otra vez. ¿Acaso otra vez me asustaré?, ¿Por qué están estas personas en muestra casa?
Las luces comienzan a fallar pero todos están como si nada, el frío se apoderó del ambiente lo que obliga a mi madre a irse a buscar un calentador. La mujer y el hombre se quedaron a solas charlando, la sensación de miedo se apoderó de mí, de repente imágenes negras deforman toda mi mirada, una vez mas me asustaría y como suele ocurrir en sueños pude verme a mí mismo, desfigurándome.
Así, la línea entre la realidad y la pesadilla se desdibujaba, mientras luchaba por escapar de las garras de la oscuridad que amenazaba con consumirme por completo. En este mundo de tinieblas, donde el horror y la locura se entrelazaban en un baile macabro, me encontré atrapado en un laberinto de sombras del cual no había escapatoria posible.

Alan Palacios
Me llamo Alan Palacios, tengo 28 años y toda mi vida he escrito poesía, reflexiones, etc. Nadie de mi entorno sabe que escribo y decidí empezar a compartirlos.
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