Una parte de mí es consciente y ya entendió que es mejor dejarlo ir. Sin embargo, otra parte de mí —la de los recuerdos bonitos, la de los sentimientos que aún están latentes, la que tiene como frase “la esperanza es lo último que se pierde”— me pide a gritos que lo llame y arregle las cosas.
Pero… mi instinto, mi instinto me dice que salga de ahí, que huya, que corra, que no es para mí. Que, por favor, lo escuche.
Realmente no sé qué hacer. La razón es más fuerte algunas veces y, otras, el corazón va a la delantera. “Entre soltarlo o no hacerlo, la primera de muchas”.
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