¿Es esto madurar?
¿Mirarte con honestidad y no saber del todo quién eres,
pero seguir mirando?
¿Es buscar un hogar… o aprender a construirlo
aunque tiemble de vez en cuando?
He sido fuerte tantas veces,
como si la vida me pidiera siempre estar erguida.
Y cuando amé, me permití caer,
desbordarme, vaciarme en otro.
Me pregunto si estuvo bien…
Pero sé que fue real.
Y eso también cuenta.
Hoy me estabilicé.
Viajo, pienso, río, me expando.
Deambulo, sí, pero con rumbo.
Con brújulas internas que a veces giran,
pero no me abandonan.
Siento que algo falta.
Una pieza más en la ecuación de mi felicidad.
No sé qué es.
Pero mientras tanto,
decidí disfrutar el trayecto.
Fui a debates que encendieron mi mente,
a lugares que abrieron mi mirada.
Viví una aventura intensa y breve,
y no me juzgo por ello:
fue parte de vivir,
de probar mi libertad.
Conocí personas como yo:
hambrientas de respuestas,
sedientas de verdad,
capaces de conversar desde el alma y la razón.
Y eso, eso me hizo sentir
que aún hay mucho más por ver en el mundo.
Tal vez aún no tengo todas las respuestas,
pero estoy viva,
y eso es suficiente para seguir buscando.
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