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Entre poemas y acordes

Jul 22, 2025

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Entre poemas y acordes
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CAPÍTULO 1

Las lágrimas rodaban por mis mejillas, veía mi desfavorable reflejo en el espejo. Los gritos provenientes del salón me martilleaban en las sienes, me abrazaba a mí misma para poder calmar el dolor interno que sentía.

Mi débil cuerpo solo estaba lleno de insuficiencia, inseguridades, decepciones…  

Los demonios de mi cabeza me gritaban las palabras INCOMPRENSIÓN, SOLEDAD e INSUFICIENTE repetidamente. Iba a volverme loca. 

Sentía que me ahogaba, que todo se hacía pequeño y que cada vez me alejaba un poco más de mí, de la cordura, del presente.  

Pero yo no era así, yo era fuerte y los recuerdos del  pasado me lo recordaban. 

Me sequé aquellas lágrimas, me mojé la cara con agua fría y salí del baño. 

No estaba preparada para enfrentarme ni a ellos ni a sus palabras. A la realidad.

Decidí encerrarme en mi habitación, mi pequeño refugio. Cogí una de las libretas de mi desordenado escritorio y empecé a dibujar garabatos con el lápiz acompañados de palabras que juntas describían la verdadera desesperación. 

Pintar y escribir me permitían evadirme, olvidarme del mundo real, era como una medicina en mis peores momentos. Pero ese día no tenía demasiada inspiración, las lágrimas me nublaban la vista, y por mucho que me esforzara no conseguía pintar nada lo suficientemente aceptable. 

Miré el móvil, tenía varios mensajes de Sara, mi mejor amiga, que desde hace 2 años vivía a 185 kilómetros de mí, independizada en un piso de estudiantes. Estudia  el último año de Bellas Artes en la UPV y es una de las personas en la que más confío, pues con su personalidad decidida y apasionada siempre lograba sacarme una sonrisa. 

Sólo que en ese momento no me apetecía responder mensajes y decidí ignorarlos. 

No sabía qué hacer, necesitaba hablar con alguien, pero a la vez no quería explicarle a nadie mi complicada situación, porque ni yo misma lo sabía. Sentía que cansaba a los demás o resultaba pesada cuando intentaba explicarme, aunque callarlo me sentaba mucho peor. 

Solo necesitaba desaparecer, esfumarme de allí cuanto antes. 

Recordé sus palabras, “siempre estás en otro mundo.” 

Dudé durante varios segundos, pero finalmente opté por hacerlo. 

No tenía nada que perder, o eso creía yo… 








LA CHICA DE JÚPITER

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