Siento que Neruda me tomó del brazo.
Que me amarró a la silla y me dijo pinta,
Y me secó las lagrimas con una hoja,
Que quedó manchada de dolor.
Con unos tonos claros, unas letras sueltas
Y esa lágrima aflijida que reposaba sobre mi mejilla izquierda...
De ahí en adelante se me perdió la depresión ,
La melancolía salto de mi bolsillo
Y el dolor salió corriendo.
Ya no lo busco,
Ya no lo encuentro,
Ya no lo sigo,
Pero empecé a extrañarlo.
Porque ahora dónde queda el techo,
Los golpes a la almohada,
Y las charlas con la luna.
Dime qué me pasó Neruda
Dime porqué escribo como poeta.
Porqué la mano se me lleno de letras,
Si nuestras miradas empezaron a jugar piedra, papel o tijeras y la mía sacó lápiz,
y te escribió un poema...
Dime qué me pasó Neruda
El fantasma de lo perdido me sirvió un café
Pero yo preferí endulzar las páginas.
Pasé de Freud a Benedetti,
Del llanto al lápiz,
Del bombo al piano,
Del Re al Sí,
Y de la nostalgia, a tí.
A tí.
A tí que no lees un poema sino lo bailas,
A tí que callas cuando observas, como quien desnuda del agua,
A tí, la que no escuchas,
La que no escribes
A tí, la que no sientes sino vives.
A tí por la que dejé de llorar,
Por la que me senté a escribir,
A tí, por la que Neruda me tomó del brazo,
Tú, que cambiaste un paso en baile, una mirada en beso y el lagrimar en risa,
Tú, que me hiciste volver a ser mejor,
Tú que dibujaste este poema entre Neruda y yo.
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