Entre los lirios, un girasol de Van Gogh.

Siempre, entre los lirios, un girasol de Van Gogh.
En la disonancia de tu ostentoso semblante,
una mirada lunar y estrellada que corteja mi desmejoro,
que se eclipsa en mi atelier, que predica tu rechazo.

Le llevé girasoles a tu patria que se tiñe de amarillo;
cuadros de Vincent a tus manos, que autorretratan
las noches que suicidan a mi trigal.

Hay cuervos, y una tenue depresión que me distorsiona,
espejismos azules que se mecen en mi cielo;
son puertas ávidas de la eternidad que espera por mi sepelio.

Asomate a los vitrales de Auvers-sur-Oise,
allá me hará reposar la fatídica locura.
Entre las cosechas de un trigal de oro,
me pintará el amanecer,
con tu rostro lunar, bajo la noche estrellada.

Reposando en el otro, donde mi vida te entregué:
en la terraza de mis noches, en la muerte de un girasol.