Y aquí estoy sola, en el silencio profundo de la tarde que se desvanece, mientras el sol se apaga lentamente en el horizonte. El patio de mi casa, que siempre ha sido mi refugio, se cubre de una quietud que abraza el aire. Todo parece respirar en paz, pero algo dentro de mí ya no lo hace. La luz menguante parece acogerme, pero me siento distante, como si el tiempo y los seres que me rodean fueran apenas sombras difusas. Reconozco las cosas a mi alrededor, pero no puedo hallar mi reflejo en ellas. En este instante, me he perdido de mí misma, atrapada entre el susurro de un día que se va y la lejanía de algo que ya no entiendo.
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