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Entendí por qué Britney se quedó pelada

Flora

Nov 28, 2025

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Entendí por qué Britney se quedó pelada
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Hace tres semanas me diagnosticaron diabetes tipo 1. Todavía no sé muy bien qué le pasa a mi cuerpo pero se que desde que me inyecto insulina funciona mucho mejor. Lo bien que se siente tener un diagnóstico y un tratamiento se contrapone con la pesadilla que supone hacerse estudios y trámites y más estudios y más trámites. No quiero sobredramatizar la situación, en general me siento bien y se que con algunas inyecciones al día voy a vivir bien. La diabetes me afecta menos que la burocracia.

Antes de que el cuerpo necesitara insulina, antes de los exámenes, antes de tener consultas periódicas con, ahora, mi endocrinóloga, tenía buena salud. Asumía que en algún momento de mi vida iba a tener que ir al médico más seguido, tener algún tratamiento de algo, pero más adelante, de señora mayor, que por la distancia que sentía con esa etapa de la vida era como imaginarme indestructible por muchos más años. Sería joven hasta que de repente, como un hechizo, me convirtiera en una vieja chiquita de pelo blanco que camina despacio con sus zapatitos por la vereda un sábado a la mañana. Eso o morir antes. No es que deseara morir, tampoco lo pienso ahora, sino que imaginaba el deterioro físico como algo tan lejano que morir, envejecer y enfermarse formaban parte de la misma cosa: como las tragedias, era algo que le pasaba a otros.

Esto pasa justo justo cuando me quedo sin cobertura médica. No me dio mucho tiempo a vivir un período de adaptación porque tuve que empezar a hacer la labor de adulta responsable y encontrar una prepaga. No es interesante de contar ni de leer, menos de hacer. Todo está hecho para que no entres a ningún lugar. Para las prepagas no hay mejor negocio que venderte un servicio cuando no lo necesitás y después expulsarte cuando tenés que darle uso. Para entrar a una prepaga hay que tener paciencia y voluntad, dos cosas que nadie quiere tener cuando se trata de salud. Te bancás el laberinto burocrático no porque quieras pagar todos los meses una millonada de plata para poder ser atendida decentemente (con suerte), sino porque no te queda otra. Hay que hacerlo. Y una vez que arrancás sentís que no podés abandonar porque "ya llegaste hasta acá" y suponés que no debe faltar tanto hasta "llegar hasta allá", después te vas dando cuenta que cada vez falta más al punto de no saber si estás acá, allá o en qué parte del trayecto te encontrás.

Cada papel que tengo que completar, cada turno que tengo que sacar, cada consulta que hago respondida inutilmente por un bot o con "podés consultar la información en nuestra página" cuando hago la consulta porque, justamente, no encuentro la información en la página me hace sentir más cerca del brote. Todo forma parte de una escena faltante de Relatos Salvajes, algo que Szifrón descartó porque le parecía muy redundante y no podía competirle a la excelencia de Érica Rivas en la terraza con el cocinero de su boda. Estos días llegué a la conclusión que si no van a facilitar los trámites, ni fijar precios razonables, bien podrían permitir un ataque de furia en una sala de espera. Tener permitidos unos episodios violentos por persona al año o que se habiliten después de cierta cantidad de horas sentada en el hall de entrada escuchando el timbre que avisa los turnos por pantalla. Sería concedernos el acceso pleno al libre mercado, defender nuestro lugar como consumidores y un aporte a la igualdad entre las partes.

El diagnóstico me llegó una semana antes de cumplir los 26. Estaba con la data fresca anotando todas las citas médicas que me habían pedido cuando leí que Britney tenía 25 años cuando se rapó la cabeza y estalló contra la prensa (paparazzi me parece un término muy vintashhh, la verdad). Se lo dijé a varias amigas para entender si mi reacción era compartida, y sí. Primero, todas llegamos a la conclusión de que era muy joven, que había vivido una vida intensa que había alcanzado su punto más alto demasiado temprano. Para ese entonces ya había armado una carrera, ya había explotado su imagen, ya había había ganado y perdido plata, ya había tenido buena y mala fama, ya había tenido dos hijos. Después pensé que más o menos a esta edad enloquecés. No se si es la vida adulta que te pega una cacheteada que te deja en el piso y cada vez que intentás levantarte te va pegando otras y el desafío está en recibirlas de pie y aguantarlas, o si hay algo natural, como que el organismo empieza a tener sus primeras crisis en esta etapa de los veintis. Nada de lo que digo tiene sustento, esto empezó siendo una queja de lo más profundo de mi ser porque si tengo una reacción violenta en una sala de espera nadie va a considerar que estoy ayudando a regular el mercado, sino que me van a llevar esposada en un patrullero.

A raíz de esa noticia me puse a leer sobre ese episodio en la vida de Britney. El 16 de febrero de 2007 Britney intenta ver a sus hijos después de perder la custodia. Ante la negativa de su ex, sumado al acoso constante de la prensa y sintiendo que ya no había nada más que le importara, se va a una peluquería en Los Ángeles a pedir que, literalmente, la pelaran. Se negaron a hacerlo y entonces ella agarró una máquina y lo hizo por su cuenta. Las imágenes de ella rapándose eran tratadas como una demostración de insania. Dice cosas muy interesantes al respecto en The woman in me:

"No puedo describir la humillación que sentí. Estaba acorralada. Estaba siendo perseguida, como siempre, por estos hombres esperando a que hiciera algo que pudieran fotografiar. Y esa noche les di algo de material. Fui al salón y me rapé la cabeza. Todos pensaron que era hilarante ¡Miren que loca está! Incluso mis padres actuaban como avergonzados de mí. Nadie parecía entender que simplemente había perdido la cabeza por el dolor. Me habían sacado a mis hijos. Con la cabeza rapada todos me tenían miedo, incluso mi mamá. Nadie me hablaba ya porque estaba muy fea. Mi pelo largo era una gran parte de lo que a la gente le gustaba de mí y lo sabía."

Y sigue (lo dejo en inglés porque traducir esta parte le quita toda la potencia, hay cosas que mejor dejarlas como están):

"Shaving my head was a way of saying to the world: fuck you. You want me to be pretty for you? Fuck you. You want me to be good for you? Fuck you. You want me to be your dream girl? Fuck you."

Hay algo en convertir ese colapso de interno a externo. De alguna manera, después de tanto esfuerzo de apartar las cámaras de su vida privada, llegó a un punto de angustia en el que ya no quedaban fuerzas para seguir fingiendo que tenía algo así como intimidad. Raparse fue sincerarse con ese quilombo. Abrió por completo su vida como alguien que deja las ventanas abiertas mientras se pelea con su pareja o abre el telón cuando todavía están armando la escenografía. Este estadío alcanzó su punto más álgido en el incidente del paraguas, cinco días después.

Después de raparse el tratamiento mediático del hecho se dividía en la burla y la patologización. Había pasado de ser una joven famosa y conflictiva a estar completamente loca. De todas las cosas que le habían pasado renunciar a la belleza había sido la más grave. Era como dejar de ser mujer, casi un acto de autolesión. En su libro ella dice de forma explícita que lo hizo también para contraatacar a quienes la vivían juzgando (o incluso vivían de juzgarla). Durante un tiempo me parecía que había un drama innecesario que rodeaba al cabello. No empatizaba con la gente que sufría porque se cortaba mal el flequillo o que había ido a la peluquería a recortarse las puntas secas y había vuelto con un carré. Pensaba: es pelo, crece. Me fascinaba de chica viendo El último pasajero cuando tenían la competencia de corte. Elegían chicas de distintos equipos con el pelo más largo y sano y las retaban a cortárselo para pasar más pasajeros y tener más chances de ganar el viaje de egresados. A medida que aceptaban el corte este era, obviamente, más corto, hasta que el último era directamente cabeza rapada. Ahí los compañeros, sobre todo las chicas, que ya estaban en el micro le decían a la futura pelada que se lo cortara, que se podía poner extensiones y entonces el que se encargaba de las tijeras y la máquina les respondía que con el pelo así de corto era imposible. Algunas lloraban ahi sentadas con el pelo en la mano. Era todo entretenimiento hasta que por cuestiones de salud y del bardo hormonal que manejo se me empezó a caer el pelo.

El verano pasado se me empezó a caer el pelo de forma anormal. Al principio no lo noté porque siempre había tenido mucho pelo, muy abundante y hacía un par de años que lo mantenía largo. Que se cayera era normal porque se regeneraba rápido. No le di atención al tema porque además estar metiendome en la playa o en la pileta hacía lógico que se cayera un poco más. A medida que pasaban los meses me iba sintiendo menos densidad y cada vez que lo comentaba me decían que nada que ver, que estaba bien así. Hay una respuesta automática que una tiene con la gente que quiere que se trata de negar cualquier expresión negativa (onda, estás re linda así amiga, no digas boludeces). Tiene buenas intenciones pero no funciona siempre. Sí, tengo pelo todavía. Debe ser la mitad de lo que tenía antes. Ahora es mi mayor complejo. No puedo ver fotos viejas (digamos de hace un año atrás) sin angustiarme. Me desespera verme ahora con el pelo fino, sin forma, sin volumen. Es superficial y me da culpa sentirme así porque debería ser el menor de mis problemas (tenías niveles más que preocupantes de azúcar en sangre, nenita) pero así me siento. Me preocupa mucho más sentirme fea que sentirme enferma. Es parte de un mal social del que Britney parece haber escapado a sus 25 años. Capaz le ganó la carrera al estrés haciéndolo ella misma primero.

Hace un año lo que más quería era no aburrirme. Sentía que estaba amesetada en mi vida y quería que pasara algo. Pasaron varias cosas y este año me pegó, me pateó, me revolcó por el piso y cuando estaba por quedar inconsciente me sanó y me rodeó de cosas lindas. Una porquería y un campo de flores. Ese es mi reporte de la vida adulta.

PD: las traducciones del libro las hice yo así que si no están muy bien no me disculpo pero sí las aclaro.

PD2: No voy a atacar violentamente ninguna sala de espera aunque capaz se lo merezcan. Estaba dejando volar mi espíritu y mi imaginación.

Flora

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