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    Ensayo sobre los Crumbs

    Sabina

    May 20, 2024

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    Ensayo sobre los Crumbs
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    No creo en las casualidades, más bien creo que son formas de explicar algo que no es racionalizable. En esta recolección, encontramos que existieron no una sola persona sino varios ‘Crumbs’ que se encargaron de hacer honor a la etimología de sus nombres al recoger las ‘migajas’ de una parte olvidada de la cultura a lo largo de las décadas. En en el presente, la banda contemporánea de Nueva York, que lleva 3 LPs publicados. El último, AMAMA, salió esta semana incluyendo una serie de singles en los que explotan su estilo camaleónico con otro nivel de soltura. Son más jóvenes que yo, y tienen un bagage sonoro amplio que desconcierta de entrada: no es fácil identificar si se trata de personas jóvenes que suenan antiguo, o de viejos demasiado modernos (la frase no es mía, un especialista en arte gráfico se la atribuyó a la obra de su tocayo ¿o inspirador?, el famoso ‘R. Crumb’).

    Robert Crumb es una figura imprescindible del arte gráfico estadounidense, cuyo trabajo como dibujante de cómics inspiró generaciones de artistas alrededor del mundo, lo que terminó haciendo que su irreverente estilo y tono humorístico sea consagrando hasta en extensas muestras universitarias donde se estudian sus personajes. Sobreviviendo a sucesivas oleadas de ‘cancelación’ incipiente en su época de masividad por su caracterización de las mujeres y la diversidad sexual en sus tiras, su legado fue imborrable porque combinó dos expresiones culturales profundamente pregnantes que no se limitan a una única forma artística sino que trascienden la pintura, la música y el dibujo, son ‘una forma de ser’: el folk y la psicodelia, juntas, dieron como resultado una imagen surrealista con temáticas mundanas, una realidad alternativa demasiado verosímil y atractiva.

    Del folk, el enorme paraguas que abarca miles de formas de música tradicionalista y popular mantuvo las temáticas y las expresiones. De la psicodelia, la exaltación los sentidos que combina lo está al alcance con lo que alcanza la imaginación, su impresión de irrealidad y el resultado es un retrato eléctrico, grotesco, impresionista, que exalta los elementos y personajes de la sociedad estadounidense. Por fuera del dibujo, se refiere constantemente a la fascinación con su música de culto. Ilustró decenas de tapas de discos de sus grandes exponentes (entre ellos, Cheap Thrills  Big Brother and the Holding Company, el primer grupo de Janis Joplin), y publicó el libro ‘Los héroes del Jazz, el Blues y el Country de R. Crumb’. Es claro que se ocupó de hacer perdurar lo que reivindicó como perpetuadores del valor del arte, en plena hecatombe de la reproducción por medio de grabaciones y la difusión inagotable de singles en la radio, una explosión comercial que masificó el consumo musical y determinó “lo mainstream”. Como consumidor musical, Crumb eligió tomar un rol activo de ‘revivalista’, e incluso formó él mismo bandas que reprodujeran los géneros musicales que más lo interpelaron del folklore musical, principalmente el ‘trad jazz’.

    ¿Qué conecta a la banda newyorkina con el viejo dibujante? Varias cosas, en principio, la actitud revivalista, que se puede leer como una búsqueda de identidad desde el descontento con ciertos aspectos de la vida contemporánea, un antagonismo hacia el presente que habla muchas veces de algo que se ha perdido en el camino. La respuesta histórica de la cultura underground en todas las artes, que se opone al mainstream comercial, muchas veces encuentra en el abrazo a las tradiciones anteriores un refugio, un vehículo más genuino de lo que se encuentra en el arte mismo que el mercado del consumismo fugaz hace casi inalcanzable.

    Crumb, el historietista, y Crumb, la banda, aplican en su arte una batalla a la decadencia de la homogeneidad que determinan las industrias, cada vez más (pensemos en las etiquetas de las plataformas para recomendar algoritmos de predicciones, nuestra relación con el consumo musical aleatorio en Spotify, y el bombardeo de arte gráfico en Instagram, como ejemplos). Aferrarse a los nichos de singularidad y excentricidad del arte no afectados por las industrias y los medios de comunicación, sumadas a la amplificación de las redes digitales, parece otorgar una salida genuina para ambos.

    La libertad: del jazz a la psicodelia

    Quizás solo quienes profundicen en la evolución histórica del jazz saben que no fue pensado para el estrado de la alta alcurnia ni los trajes caros, los salones de élite y la contemplación auditiva, sino más bien para bailar y expresar todo lo que se pueda explorar sensorial e intelectualmente. Aún hoy, esa última particularidad sigue siendo lo irremplazable del género, y hace que hoy, personas de menos de 25 años utilicen la tecnología musical y las infinitas oportunidades de la creación digital para sumergirse en la música del ayer por excelencia. En todos sus trabajos, Crumb, la banda, explora progresiones armónicas y transiciones tan densas como escurridizas que evoca sensaciones viejas que resuenan nuevas, y lo son, porque su jazz no suena a ningún otro, quizás porque se encargan de no utilizarlo más que de paso. Su psicodelia es más transversal a su obra, al igual que en la de R. Crumb, pero, entre ambos, abren un abanico de expresión alejado de la literalidad, abrazando la improvisación, la transicionalidad rítmica.

    La psicodelia de ambos Crumbs evoluciona por momentos hasta el surrealismo. En distintos lenguajes, acceden al inconsciente evocando sensaciones que se manifiestan tiempo después, como un efecto secundario no buscado. Incluso entonces, no se entiende lo que se oye o lo que se ve: cuesta identificar el mensaje, similar a lo que ocurre con una vibración subterránea. La intriga por esas historias prácticamente no-verbales y sus trances acelerados vuelven a aparecer al tiempo sin haberselo planteado. Similarmente, R. Crumb confiesa a su documentalista que a lo largo de su vida nunca “trabajó en términos de la consciencia”, y que muchas veces dibuja cosas que no entiende ni habiendo terminado. De uno y otro lado, el significado es múltiple y la psicodelia aparece para decir más de lo que se sabe.

    Ambos Crumbs vuelven atrás en el tiempo, pero los integrantes de la banda siguen siendo sensibles a lo mismo que nos afecta al resto de sus co-etaneos, exploran sus momentos de ansiedad y a veces gritan encerrados en círculos. Su voz musical es como un alma experimentada que atravisa las épocas y se queda con lo mejor de la simpleza sonora analógica y lo mejor de la mixtura digital que está en su adn y que los hace actuar como arqueólogos musicales de joyas del pasado. En AMAMA sobresalen los ritmos ciclicos, mayoritariamente minimalistas y de a ratos excentricos, que reclaman atención aún cuando están apagados por la baja fidelidad intencional de un sonido perdido. Las voces son susurrantes e incluyen sonidos extraños como remixes de grabaciones familiares que parecen expresar una consciencia disociada de este presente ecléctico pero que se mantiene conectada a un fuego interno.

    Sabina

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