Schopenhauer aparece en un bar del Abasto
y pide agua pensando que un gesto mínimo purifica la noche.
Nietzsche cae después jadeando contra el vacío.
Yo estoy desde antes vigilando la entrada del mundo.
Todo Buenos Aires late con un pulso enfermo.
Afuera pasa un bondi exhausto transportando cuerpos que dejaron de elegir.
Un Uber mira el mapa del hambre en su pantalla.
Dos estudiantes discuten el fin del pensamiento.
El mozo acomoda vasos agujereados por la rutina.
La voluntad es ese animal ciego que respira detrás de cada pared fina.
Un motor que nadie enciende y nunca descansa.
Schopenhauer dice: “Ahí está”.
Nietzsche replica: “Que al menos baile”.
En la tele hablan de IA con voz mecánica.
Prometen una era luminosa.
El mozo cambia de canal sin convicción.
Me pregunto si la revolución futura será simplemente desconectar un cable.
Terminar el simulacro del talento y dejar la nada en primer plano.
¿Por qué los fines torcidos avanzan con chofer, sirena y trato presidencial?
¿Por qué los que juntan monedas en el subte ponen el cuerpo por cada invento brillante?
Las brechas se multiplican bajo un cielo que no mira a nadie.
La clase media se disuelve en cuotas y fantasías digitales.
Los mediocres celebran la alquimia nueva: brillar sin trabajo.
Los lúcidos sospechan que su sombra ya no les pertenece.
Un poeta anciano pregunta si las máquinas entenderán el frío,
o el modo en que una plaza porteña acuna a quienes ya no vuelven.
Schopenhauer deja unos billetes gastados.
Nietzsche se pierde por un pasillo vacío.
El mozo avisa que van a cerrar.
Salgo a la vereda.
Una pareja discute en voz baja.
Un perro husmea restos de pan.
Un pibe duerme en la parada.
El cielo parece un pensamiento interrumpido.
La voluntad respira en todos,
en el que pelea por llegar a mañana,
en el que vuelve sin monedas,
en el que aún busca un milagro de barrio.
No escucha razones.
No conoce tregua.
Insiste.
Y esa insistencia
también nos sostiene.

Giovanni Battista Manassero
Escribo para encontrar lo extraordinario en lo cotidiano, entre el absurdo, la nostalgia y el mate bien amargo.
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