Me condene de nacimiento y destino al eterno castigo.
Mis ojos ausentes e incoloros deambulan por el techo de tu habitación, sin pedirte permiso. Recorren panoramicamente ese cubículo que ventila tu vida, testigo de tus victorias y también de todas tus batallas perdidas. Bajan, atrevidos, y mis faroles (ahora cubiertos de tristeza) se estancan en tu belleza. En esa preciosura que jamás voy a terminar de sentir propia, porque siento que tu alma es de muchas más personas que mía.
Te humedezco el pecho con nostalgias que no creo que entiendas. Deslizo mis amuletos mientras ahogas mi cuerpo con tus delicadas manos.
Tengo que contracturar mi cuello y esforzar mi deteriorada cervical para poder apreciar tu magnitud. No podría limitar tu esplendor a ver sólo una fracción de todo lo que tenes para ofrecer; si es necesario lastimarme para poder observarte completo lo hago. Y con gusto.
Mi castigo es ser devota de tu anatomía.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión