hace un tiempo ya, que encontré mi hogar.
conocerte todos los días
es mi actividad favorita,
saber que es lo que hace latir más fuerte tu corazón,
qué es lo que te mantiene despierto por las noches,
cuál es tu razón para levantarte por las mañanas,
o cuál es tu significado del amor.
poco a poco me di cuenta,
que conocerte es también conocerme a mi misma,
porque no hay parte de mi,
que no hayas tocado.
no hay una parte de mi alma,
que no hayas explorado.
y no hay una parte de mi corazón,
que no haya sido entregada a vos.
desbloqueaste tanto en mí,
que aún me cuesta asimilarlo,
junto con el sentimiento de tus manos recorriendo mi pelo,
o nuestros dedos entrelazados,
ese día que juramos que iba a ser para siempre.
porque incluso tus sentimientos
antes de que los digas
se coinciden a los míos
y desde ese día,
logré sentir por primera vez en mi vida la acción de amar.
aún me cuesta definirlo con esa palabra,
porque aún no se inventaron las suficientes para admirar con honor
todo lo que mi alma aprendió a sentir
cuando levanto mi mirada
y la tuya corresponde con la mía.
desde ese momento, dejé de comprender la vida de la misma forma.
desde que te cruzaste en ella,
tengo el honor de apreciar el arte
de una forma totalmente distinta a lo que era antes,
pero ahora con la certeza,
de que me saluda con un beso en la boca,
y me despide todas las noches prometiendo volver
por las mañanas.
te memorizo, te admiro,
como quien analiza una obra de arte,
sin poder quitar la mirada de encima.
te escucho, y sonrío,
recuerdo el sonido de tu risa,
como ecos de la melodía que ponía mi mamá y escuchaba cuando era chiquita,
como quien escucha su canción favorita de toda la vida,
y la memoriza día y noche, y la estudia sin cansarse.
y te miro, te analizo, te leo,
como quien lo hace con ese poema que nunca se aburre de leer,
y se emociona cada vez que ve su portada,
porque me muero por entenderte, admirarte, sentirte,
volver a hacerlo una vez más,
las necesarias
hasta poder ser capaz de recordarte quién sos,
los días que no le encuentes sentido a dar más.
quiero entenderte, mirarte,
volverte a mirar una vez más,
para memorizarte lo suficiente,
hasta el día en el que deje de respirar.
te dedico cada latido,
porque en cada uno de ellos,
recide el universo que inventamos.
sos ese atardecer a lo lejos,
que nunca me canso de admirar,
sos mi canción de amor,
llevás el nombre y apellido de mi poesía favorita.
miro a las estrellas y me quedo tranquila,
de que si los astros nos vieron un segundo ese día abrazándonos en el balcón,
se asegurarían de que nuestro destino quedara entrelazado
de la misma forma en la que tus dedos lo hacen con los míos,
o la forma en la que mi pulgar se funde con el tuyo,
deseándole a una pestaña
coincidir toda la vida.
y me quedo con el sentimiento,
de que tengo suficientes ganas
para estudiarte hasta que me muera,
y rogar que no exista la posibilidad
de que tus filtros violetas
dejen de ocupar espacio en mi cenicero,
o de que tu mano no recorra más mi cuerpo
con la luna sobre nuestras cabezas,
mientras le pido al tiempo,
que deje de esfumarse tan rápido
como lo hace el humo del cigarrillo,
o se vuele como lo hacen las palabras,
con el viento.
me duermo tranquila
sabiendo que con certeza puedo decirle amor
al espacio implícito entre nosotros,
y a la alegría de encontrarle significado a esa palabra,
desde que mis ojos no buscan otra cosa
que chocar con los tuyos.
y me quedo también con el sentimiento,
de escuchar tu voz una vez más,
y repetirme de nuevo,
al fin estoy acá, de vuelta en casa.
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