Encarnar tu palpitar.

Me habita el silencio, el ruido, el caos.
Me abraza el frío del suelo y la suciedad,
que se prende de mi vestido arrastrado
bailando en solemne y triste precariedad.

Espero, creo, espero, creo.
¿Qué vale más? ¿Hay tiempo?

Crear letras me consume la vida,
esperar inspiración me hunde en la ruina
porque en vilo y desnuda quedo
dependiente de un plano ajeno. 

Desprotegida y vulnerable
esperando, esperando.
¿Que? ¿Que esta plaza me deje algo?

Miserable es poco he de decir,
no llega ni un poco a describir 
este hondo pensar, ese propio sentir
(a)similar al morir.

Pero ahora siento que ni con 
mi propia creatividad puede cumplir.
Algunas letras me dan calor, lo único que me abraza y toca ahora
es el frío amenazante de la noche que se cierne sobre mi piel con dolor.

La dignidad parece no ser destinada a quienes sentimos la existencia con extremo ardor.

Por ello, no me arrepiento de nada ni siento con mi pasado algún estupor.
Por ello, siento frio, espero aún en silencio algún atisbo de ilusión
sin dar cuenta ni razón a las miradas tristes ,
extrañadas del público cotidiano
que pretenden de esta exhibición
el desvanecimiento en simultáneo
de mi andar vacilante y cansado,
de mi respirar pesado ya sin calor.

De mujer a mujer, hoy te pido permiso para a encarnar tu piel.

Con el profundo respeto que le tengo a semejante escritora, este es mi primer contacto con Peri Rossi. Permite esta noche volver a rememorar el ejercico que tuve la oportunidad de instar con otras escritoras, el humilde intento de intentar habitar tu sentir y el cansancio del dolor en tu piel.
La consigna nos mata o nos permite liberar, alivio siento cuando a este gragmento pude responder, crear y habitar:

"Diáspora .

Con la túnica larga
que le compraste a un marroquí en Rabat
y ese aire dulce e impaciente
que arrastras por la plaza (...) "