Enamorado tuyo.

No sé hacer otra cosa más que amarte. Te conocí y lo supe, no había otra cosa en el mundo con la que soñara más que con tu amor y tus palabras de afecto, con el tiempo se volvieron una necesidad.

Yo lo confirme mirándote a la cara con la luz del sol de la siesta que daba sobre tu (tan hermoso) rostro y lo supe, una vez más. Yo nací para amarte.

Ese día nos despedimos, nos dimos un abrazo y nos dijimos te amo. ¿Qué más podíamos hacer si no era amarnos con todas nuestras fuerzas? Cómo cuando se avecina una tormenta y el viento corre con furia, parece que los techos fueran a volar, los árboles golpean, el final era inminente.

Pero yo te juro que no puedo hacer otra cosa más que amarte con todas mis fuerzas, no sé hacer nada más en este mundo más que admirarte y desearte de la manera más pura que encuentres paz. Por mi parte yo solo quiero dejar de existir, es que ¿cuál es el sentido?

Tu amor me hizo inmenso, me hizo conocer el mundo, explotaste mi burbuja de soledad y me enseñaste lo que es estar acompañado, realmente acompañado, cuando unos ojos te ven (de verdad) lo sabes y si eso se termina... El mundo con ellos.

Y mi mundo se acabó, cuánto desearía que también mi vida, es que ya nada tiene sentido sin tu amor.

Peco de dramático y extremista pero cuando dos personas se aman, nada más importa. A mí nada más me importo más que ser quien acaricie tu cabeza a la hora de dormir, quien reciba tus abrazos y tu cariño, oh, cuánto lo extraño, cuánta falta me hace.

Es que no hay poema más hermoso que mi nombre entre tus labios, escuchar tu voz nombrarme.

Te extraño, te amo, te necesito con todo mi corazón de la manera más honesta que se podría. No ha pasado nada más interesante que tu existencia cerca y por eso te amo.