¿Escuchaste la historia del cielo que se quiebra constantemente? ¿Del humo que sella sus grietas al quemarse aquello a lo que está atado?
Sólo sabia que nada estaba, pero quería saberlo todo.
Los sentimientos, de los que creía carecer, se convirtieron en un espectáculo. Sintió el nerviosismo, el dolor duele, los olores huelen, las lágrimas caen con razón.
Entonces, ¿está enamorada? Debía ser eso.
Dejó de poder intentar entender nada, sólo quería una proximidad, desesperada.
Una vez se sintió viva, por un momento sus ojos despertaron, sus pies se movieron y su alma fue abrazada con la calidez de una sonrisa al sostenerle la mirada. Y se mantuvo.
¿Alguna vez coincidió tu amanecer con el de la ciudad a la que estás llegando?
No dependió, pero estuvo y sigue, avanza.
Como flotar de repente, como si se abriera una puerta, como si supiera vivir. Y perteneció. No tuvo que esperar estar, ya era parte.
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