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En un lugar muy lejano (supongo que algo habría cerca).

Dolbach

Aug 19, 2024

38
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...

Una sutil sonrisa.

Había pasado de largo por demasiadas aventuras y decidí que aquella sería diferente.

En los cuentos de siempre, los malos eran muy malos y los buenos, débiles o héroes. Había brujas mal encaradas y príncipes valientes. Doncellas bellas e inútiles precisaban de caballeros aguerridos y hermosos. La fruta, un arma tentadora. Los dragones, flamígeros pestilentes. Y las perdices, víctimas gastronómicas en platos rompe narices.

Se acabó, pensé.

Me hice amigo de la bruja del bosque, mujer de harapos pero hermosa, y le pedí que me ayudara a vivir al margen de la inmundicia de los soberanos.

-Ve a la guarida donde el dragón tiene su cama y hace su vida. Él es el mejor maestro.

Y allá que fui.

-Me presento: me llamo Paracelso Toscano, y vengo de Portugal, porque me apetece ser tu amigo.

-¿Por qué?

-Portugal.

El chiste me sirvió para romper el hielo.

No le hizo mucha gracia al dragón, que recién se había despertado de un sueño romántico.

-Yo nunca he tenido un amigo humano.

-Pues ya va siendo hora. No todos somos tan malos.

-Eso lo dudo mucho. No he conocido a uno solo que mereciera la pena.

-Bueno, dragón, eso es culpa de los telediarios. La gente te teme y así no hay modo de mostrar lo amable del corazón.

-El corazón es lo que buscan, arrancármelo del pecho; no sé si para guisarlo.

-Es que les prometen princesas bellas si acaban contigo.

-¿Y qué mal le he hecho yo a nadie para tal encargo?

-Los reyes no gustan de quienes puedan desafiarlos.

-Jamás me he metido yo con ninguno.

-Pero eres fuerte y libre y podrías hacerlo.

-Preventivo motivo. Pero injusto.

-Los reyes tienen una particular noción de la Justicia.

-¿Y tú no eres siervo?

-Lo he sido toda la vida, pero he decidido dejarlo. Y quiero aprender de ti.

-¿Qué podría enseñarte yo?

-A vivir sin servir a ningún amo.

El dragón no tuvo inconveniente, aunque le resultó un asunto raro.

Tres años pasaron.

-Hola bruja.

-¿Encontraste al dragón?

-Sí.

-¿Y te enseñó lo que querías?

-Sí.

-¿Y ahora que harás?

-Pedir tu mano.

-Ese es un final muy redicho y trillado. No sé si de veras has aprendido.

-Desde que me enviaste con el dragón no he hecho otra cosa que pensar en ti.

-Y eso que me viste sin bañar y con mi ropa de diario.

-Eres la persona más libre que jamás he conocido.

-La libertad tiene inconvenientes.

-Lo sé, pero juntos sabremos sobrellevarlos.

-¿Sabes cocinar, buscar setas o algo?

-Sé tocar la flauta dulce.

-¿Y por la noche que harás?

-Esa es una pregunta trampa.

Ella sonrió.

Vale.

Dolbach

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