nunca experimente un otoño tan cálido.
es rara la vida, la costumbre como hábito permanente de mi mente sin descanso, ese dónde la costumbre era la dolencia eterna, el corazón ensangrentado y los pedacitos regados por el piso, lágrimas que se convierten en tatuajes por las mejillas rojizas, esos que saben su camino hasta perderse por mi barbilla. estaba acostumbrada al paisaje doloroso de un mañana sin retorno, jamás imaginaria que el amor estaría a la vuelta de la esquina, ¿es para mí o perdió su camino en el trayecto?, fue natural para mí abrir mi corazón ante su melodiosa voz, déjame escucharla incluso entre sueños dónde no distingo mi realidad del mundo onírico.
hoy, hoy mis mañanas son suaves como pétalos de tulipán, las risas se pueden oír desde la pieza hasta la cocina donde me prepara mi tecito. soy la más regalona de la casa, ahí entre los brazos mi hogar me repara, sana cada herida que él no causando, más con amor deja el parche curita entre dedos débiles, esos que se aferran con la poca fuerza que tengo, se aferran casi temiendo que esto sea solo un sueño, pero no, es mi realidad, mi vida se torna cálida incluso cuando el temporal azota tras la ventana. me acurruco contra su pecho, solo el sonido de su voz contándome su día, la tele está prendida, la calma es representada entre caricias por mis cabellos, caigo dormida en paz sabiendo que al despertar veré otra vez sus ojos, ese destello que me hace perderme entre sueños.

brotecitos
una muchachita que expresa eso que piensa, imagina, esos sentimientos rebosantes de amor o también dolor.
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