En serie.

No solo Schindler tiene una lista.

Cuando maté a mi primer muerto, un instante antes vivo, me sentí bien satisfecho de lo bien que lo había hecho.

Y matar, pues me dio gusto, se hizo en mi una costumbre y al amor de la lumbre hoy les cuento de este asunto.

Empecé con un pajaro, así sin tilde ni acento, de oficio barrendero. Humilde por ser el primero.

En esto he de decir que los he visto muy buenos, pero aquel... hoja a hoja recogía, no por mimo, por hacer lo mínimo, la alfombra del otoño, y hacía un montón grande cada vez más alejado de donde la cosa recogía. Y así día tras día. Que cuando no eran las hojas era un papel o una bolsa. "Quien ensucia que limpie", si le decías, decía. Y esto, siendo razonable, en su oficio no valía.

Pues eso, que lo maté un buen día. Martes creo que sería.

Lo siguiente fue un concejal. Sí, era de urbanismo. Me hubiera dado lo mismo que de otra cosa fuera pero es que aquel elemento tenía una cementera. Hilen ustedes las cosas que saben de sobra estas gracias. Y es que hay mucho mal nacido que usa mal la democracia.

Luego ya un guardia civíl, un juez, un empresario. No me gusta repetir y fui ampliando el muestrario.

El ministro costó un poco, pues como se saben cabrones, se protegen los riñones y suelen llevar escolta. Pero cayó como mosca.

Y hoy, ya con mi experiencia, voy de caza mayor. Pensé en el Presidente pero vosotros veréis, puestos a tirar alto hoy se la carga el Rey.

Y el Papa ya se hace caca.

Alea jacta est.