No hay cronograma, recordatorio, alarma, lista que le ponga fin a mi agonía de ser siempre la misma
no existe motivo oportuno, persona, razón, meta, oportunidad que me ayude a levantarme de la cama una vez que me tiré en ella
no conozco disciplina, bancarrota, decepción, tristeza que me aleje de lo que soy hoy
Ningún trabajo, ningún libro, ni poema, ni pastilla y mucho menos comida va a calmar mi sangre deprimida
no hay juicio ajeno que me crea, más allá del que me dice el espejo cuando el eco de mi voz suena tan fuerte para quedar sorda y solo entiendo, solo escucho el miedo
no tiene nombre, no tiene sonido, ni cuerpo, pero está en cada cosa que hago. Lo escucho cuando duermo, el cuerpo que habita es el mío
no hay cronograma, motivo oportuno, decepción, ni poema o espejo que quite mi mirada perdida.
No tengo consuelo ni con el sexo y mucho menos en el amor, porque a ambos, les tengo miedo.
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