La mente sufre la violencia del corazón que no ha dejado de llorar.
Mi balero nunca entró en el palito
Ese juego obsesivo de intento tras intento me llenó de chichónes la madera
No! No creo que puedas entenderlo
Porque para saber de anzuelos hay que ser pescado
Ni pescador, ni pez... ¡Pescado!
Solo yo puedo saber y sentir lo que es ese frío y doloroso metal atravesándome el paladar
Es... es como si tus propios huesos crujieran en tus oídos
Como si las mismísimas piedras que hierven en el infierno fueran usadas para apedrearte
Pero... solo dura un momento
Como los diez minutos iniciales de un tatuaje
Un dolor tan placentero que no permite que lo abandone y yo no lo abandono
¿¡Cómo voy a bandonarlo!? Si fue lo único que me quedó
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