En mí

A mis 17 años, me di cuenta de porqué era tan feliz siendo una niña pequeña: "porque a los 5 años no vivías en el pasado ni en la nostalgia, solo vivías cada día en el presente". Así que esas palabras cambiaron completamente mi perspectiva de lo que es vivir. Desde tristezas profundas de las cuales no encontraba salida absoluta hasta encontrarme a mí misma en los rincones más felices y vulnerables de mi alma.

Soy afortunada, afirmé uno de estos días, porque el éxito y la alegría de mi corazón vienen cada vez que me levanto por las mañanas y agradezco estar viva, ya sea apreciando los rayos del sol que atraviesan mi ventana o disfrutando mañanas con olor tierra mojada. Porque mi calma al corazón viene de ver puestas de sol con colores que contrastan a la perfección.

Mi paz viene de mirar a mi alrededor y darme cuenta de que soy afortunada por estar rodeada de personas que quiero, que me quieren y creen en mí tanto como yo en ellos. Mi paz la encuentro apreciando las gotas que se resbalan en la hoja de un árbol o al sentir la brisa al compás del viento sobre mi cara, mi dulce paz la encuentro con mi mascota al lado mientras me hace ojitos para que la acaricie; la paz la encuentro cuando me rio hasta que mi estómago ya no aguanta más, y también la encuentro cuando mamá y papá me abrazan y me reafirman con palabras que me aman.

Es como hallar el tesoro del sabor a vivir cuando encuentro a alguien que cuenta mis pecas, o me cuenta como se prepara el té por la mañana. Mi paz se hace más grande en las conversaciones profundas; con la música de mis artistas favoritos, con los besos, con el escribir y con el pintar.

Mi paz atraviesa mi ser cuando perdono; mi paz está en cada rincón de las reuniones con mis amigas y, sobre todo, mi paz va de la mano de la felicidad cuando amo, me aman y estamos amando.

En fin, el sentido lleno de satisfacción en mi vida junto a la felicidad y la paz interior están en mí y en el poder de apreciarlo todo, incluso en el poder para saber tomar lo "invisible para mis ojos."