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En la tienda de maquillaje

lirium

Mar 8, 2025

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En la tienda de maquillaje
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Miro con detenimiento un paquete de pestañas postizas: pienso en los ojos que portarían su contenido; en un segundo, cambio de ángulo y soy cegada por su destello, un relumbrón que irisa falsamente en el aparador.

Sigo caminando, me adentro en los espejismos detrás del plástico, el espejismo de la cercanía del cuerpo parado junto al mío. La joven a mi lado: estudiante, hermana, prima, empleada, sé su nombre y su edad, pero hay una barrera indisoluble demarcada entre las dos. En el ajetreo de la tienda, me reconozco dentro del grupo demográfico que recorre sus pasillos; nuestras cabelleras largas, los vestidos, el tono de la voz… Nos hacen lucir parecidas, pero momentáneamente siento el peso de mi otredad. ¿Qué es exactamente? No puedo realizar un sondeo, es solo el zumbido molesto de mi intuición. ¿Qué me delata? El flujo de los pasos a mi alrededor se desarrolla con naturalidad. Así es como debe ser. De repente fijo toda mi atención a un solo pie, a mi postura. Mi pantalón no me sienta cómodo. El mero acto de respirar se mecaniza, se vuelve inhabitual. Miro y miro, pero no hallo el reconocimiento. Es difícil darte a conocer cuando el cuerpo te ha traicionado, cuando los ojos esquivos rehúyen de la vista, del encuentro de miradas.

Es entonces cuando regreso a los empaques, todos ellos rebosantes de mujeres extranjeras. Me estremece imaginar el lejano golpe del flash, el roce de las pieles que se despliegan como un sueño bajo las luces neón y la purpurina. La mujer bonita de otro país que no entiendo tiene sonrisas dilatadas en los ojos, y una sonrisa incluso más grande y blanca en su sonrisa; ella, también, lleva una vida más allá de la fotografía. Sus dolores y sus penas no existen en ese instante perpetuo capturado en el cartón, cartón que terminará en la basura.

Esta escena, la de la tienda de maquillaje, reverbera incesantemente en mi vida: ecos de angustias e imaginaciones. Mi experiencia limitada y constreñida solo me permite arrojar adivinanzas sobre las motivaciones y deseos de lxs demás. Por fuera de mí y de mi ensimismamiento, vibra el barullo vital de la gente, toda con intenciones de pasarla bien en el centro comercial.

Si pudiera meterme en sus entrañas, sentir su tacto inigualable con sus propios dedos, me sería más fácil disipar la confusión. Mi atrevimiento me impulsa a intentarlo. Desharía la barrera, acabaría con el engaño. Me embarga una pena muy grande: el cuerpo y su dominio es poco. Lo que más anhelo es conectarme con todxs y todo.

lirium

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