Quiero volver a esa salida del cole,
donde cada tarde éramos los mismos,
esperando el sonido de un motor,
pero disfrutando lo eterno del tiempo mismo.
Allí estaba tu risa entre el bullicio,
tus ojos esquivando la vergüenza,
y ese saludo absurdo pero nuestro,
un pacto silencioso de inocencia.
Las mochilas pesaban menos contigo,
los minutos se hacían un suspiro,
y aunque el mundo giraba tan de prisa,
en la salida el tiempo era un amigo.
Hoy camino sin rumbo entre memorias,
donde aún espero a que vuelvas conmigo,
a ese lugar donde éramos eternos,
frente al colegio y lejos del olvido.
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