En la naturaleza, en lo salvaje está la verdad. Está la verdadera libertad.

"La libertad verdadera está en la naturaleza, donde el hombre se encuentra a sí mismo y se despoja de las cadenas de la sociedad."

Henry Thoreau

Soy una mujer de muchas y variadas pasiones. Me gusta la tranquilidad y me gusta el caos ocasional. Me gusta el dulce, pero también lo salado. Me gusta la compañía, pero amo la soledad. Me gusta el mar, pero amo el río. Me gusta la ciudad, pero pocas cosas me generan tanta conexión como la naturaleza.

Hay algo en mí desde siempre, la naturaleza es mi lugar. Aunque disfruto las visitas ocasionales en el caos y el cemento de la gran ciudad, no podría vivir allí. Hay una necesidad intrínseca que me lleva hacia la naturaleza. Los paseos entre los árboles, la siestita bajo la sombra en verano y nadar en la dulce agua del río luego de haber pasado una tarde de lectura escuchando los pájaros y su hermoso canto, son de los momentos que más disfruto y los que mas anhelo volver cada día.

El verano es mi estación favorita, desde luego, la que me permite disfrutar de estos momentos. En el frío suelo recurrir al calor de mi calefactor, las mantas y el mate calentito. Tiendo a invernar hasta el próximo día de calor, pero aprecio cada día el solcito de la tarde que calienta mi piel los días de otoño.

Cada año que pasa quiero conectarme más con la naturaleza, con mí naturaleza. Hay algo más primitivo, anterior a mí y a toda la modernidad que es la naturaleza, el estado salvaje. Inspirada en el conocimiento que he ido adquiriendo a lo largo de mis cortos 32 años, me convenzo cada día más que la verdad está ahí, en lo salvaje, en lo natural, en lo que existió antes que yo, y muchos de mis ancestros.

Hoy mi naturaleza salvaje me ha dado sabiduría suficiente para conectarme con mi cuerpo, con eso que es real. Mi intuición, poderosa manera de escucharme. Mi ciclo menstrual, poderosa manera de autorregularme. La alimentación intuitiva y natural, volviéndose cada vez más real, menos salida de un paquete fabricada vaya uno a saber por quién. Volviendo a escuchar el cuerpo, mis emociones, y recurriendo a lo natural, antes que encontrar una curita en una farmacia que tape las heridas emocionales de mis traumas de infancia.

He dejado de depender del hombre lo más posible y aun me falta mucho por seguir descubriendo y aprendiendo. Sin embargo, creo que en la naturaleza está la respuesta a todo. Tan perfecta y abundante, ¿cómo no confiar en ella?

Al ir conociendo más de ella, conozco más de mí. Cuanto más conozco de mí menos dependo de un sistema que solo pretende crear corderos iguales de manipulables para hacer y deshacer a su antojo. Dejo de pertenecer a una sociedad ciega, que camina tras cada luz brillante, cuál bicho, que la convence que es lo mejor. Dejo de pertenecer a las masas; esas que caminar amontonadas, pasándose una encima de la otra sin mirar al de al lado.

Cuanto más me alejo de lo “normal” y vuelvo a lo natural, más vuelvo a mí. Y cuanto más vuelvo a mí, encuentro la verdadera libertad.