mobile isologo
buscar...

En la gramática del impacto, yo conjugo amar.

Jul 10, 2025

102
En la gramática del impacto, yo conjugo amar.
Empieza a escribir gratis en quaderno

Para metáfora del amor, la humanidad ha derrochado siglos: fue fuego, fue delirio, fue naufragio. Mas yo, ave de vigilia perpetua y silencioso heraldo del crepúsculo, he hallado una imagen menos declamada y más visceral: el rugby.

No se ofusque el lector: no me refiero al juego en su traza reglada ni en su vulgar algarabía de estadio. Hablo del gesto, del vértigo, del impacto que no se esquiva, del cuerpo que arremete sabiendo que ha de doler. En ese escenario crudo y noble, el amor se me revela no como un arte ni como un destino, sino como el jugador mismo. Un único jugador —improbable, solitario, acaso no querido— que altera el curso entero del juego.

He sido yo ese jugador.

No hubo aplausos. No hubo gradas. Solo aves —tantas— alineadas por conveniencia o temor: palomas de candor ficticio, alondras que abandonan antes del silbato, cuervos que maquinan su retirada. Ellas compartían el campo, no la causa. Y cuando el balón se alzó, ovalado como un corazón torcido, ninguno quiso cargarlo.

Yo sí.

Yo, con mis garras entrenadas en la noche, con este pecho que arde sin tregua, me lancé a la disputa sin esperanza de redención. Porque el amor, como el rugby, no se practica en la comodidad ni se celebra en la tibieza: se sangra.

He sido mirado con sospecha, resistido como un cuerpo extraño. Ellos deseaban un juego liviano, sin contusiones ni riesgo, donde todo roce fuera ensayado y cada caída tuviera red. Pero el amor no conoce tales reglas. Se juega con la entraña, se gana a pesar del dolor, y a menudo se pierde incluso amando bien.

Y sin embargo, hay partidos que cambian por un solo movimiento. Por una decisión insensata. Por un jugador que, aun sabiendo que nadie correrá tras él, lo hace igual. Porque no juega para complacer, sino para encarnar lo que otros apenas pronuncian.

Yo no he sido aceptado, pero he sido esencial. No he sido querido, pero he sido verdad.

Así, persisto. Como el búho titular de un juego que no cesa, aun cuando todo parezca ya perdido. Y mientras otros callan el corazón para evitar que se les quiebre, yo lo alzo como se alza el balón final: con la certeza de que, aunque el campo esté vacío, merece ser jugado hasta el último segundo.

Búho melancólico.

Comentarios

No hay comentarios todavía, sé el primero!

Debes iniciar sesión para comentar

Iniciar sesión