si, a vos también te extraño.
y te extraño una barbaridad.
me gustaría no hacerlo,
pero no me sale la verdad.
me mentiría y ya me mentí mucho.
quiero ser honesta conmigo,
y tu ausencia se siente
desde antes del día en que dejamos de hablar.
escribí y borré incontables mensajes,
pensé en pasar por ocho,
tocar el timbre y pedirte para charlar.
nunca tuve los ovarios para eso,
ni para mil cosas más.
tu ausencia me hizo enojar,
llorar y gritar,
pensar y aceptar,
abrazar y valorar,
y volver a llorar.
una,
y otra,
y otra,
vez.
tu ausencia dolió,
como ninguna otra quizá.
se sintió en las charlas que no existieron,
en los balcones vacíos,
en los partidos de boca que no pude ver,
y en los abrazos que tampoco pude tener.
y aunque suene estúpido,
se sintió cada vez que pasé por un kiosco,
vi tu alfajor favorito,
te recordé,
y no lo compré.
pegaste fuerte,
bastante para mi gusto.
y hoy puteo en voz alta,
por no habernos cuidado.
ni vos a mi,
ni yo a vos.
porque al menos para mi,
siempre vas a ser esa amistad,
que trascendió el alma.
en esta,
y en todas las vidas.
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