Prefiero habitar
en el paraíso,
en el licor,
en lo excelso.
¿Dónde te siento?
¿Dónde?
¿Te quedas?
Tallada en el recuerdo,
plasmada en lo no nuevo.
Quisiera…
Llorar cenizas,
descocer las cicatrices,
lamer espinas,
quebrarme para luego intentar levantarme.
Ascender al averno,
para extinguir las pesadillas
que cabalgan mi madrugada,
esas que se mezclan con las plumas
de lo que fue tu almohada.
Huir en la tormenta,
perderme en los rincones
de una piel ajena,
que nunca será nuestra.
Encrucijarme en otros labios,
coleccionar siluetas,
vagar a la deriva
entre las revueltas estrellas.
Arrumbarme en ilusos sueños,
burlarme del destino,
de las supuestas coincidencias,
de lo que parece bello.
Borrarte de mi lado,
arrancarte de mis brazos,
ausentarme de ti,
como exiliar el alba,
como encender el cielo.
Pero nunca podré hacerlo.
Moriré,
engullido por una tierna sonrisa,
por la sombra de lo que fuimos.
Voy a aceptar mi tortuoso castigo,
me apartaré,
tomaré distancia.
Solo restará
el naufragio de una vida,
una súplica sin consuelo,
un perpetuo silencio
que se lleva todo.
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