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Elogio de lo borroso

Nov 10, 2025

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Elogio de lo borroso
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En 1933 el pensador japonés Tanizaki reflexionó sobre las peculiaridades de la cultura propia. En Elogio de la sombra analiza con inquietud el fenómeno de la "occidentalización" del Japón. Como ya deberian saber, si son latinoamericanos más todavía, la filosofia suele ser motivada por consideraciones geopoliticas, de modo que Tanizaki hubo de ver con horror la idea de una servidumbre cultural y material a los Estados Unidos y su extensión europea. Tampoco olvidemos que en naciones como Alemania, Italia y Japón acontecía un recrudecimiento de la ultraderecha en la isla con marcada orientación fascista. Eso conduce a la exaltación de la nación y al destino glorioso del pueblo propio. Sin embargo en vez de asumir un nacionalismo de derecha podemos verlo como un gesto de soberanía y de defensa de una identidad cultural ajena al colonialismo y sobre todo una manera de rescatar una forma de vivir el mundo que se pierde.

El eje del libro consiste en un análisis desde la estética de la sombra. ¿Qué es la sombra? En oriente la sombra es tan protagonista como la luz. Tanizaki arguye que occidente tiene una fijación obsesiva con iluminarlo todo, y con la pulcritud, superficies higiénicas y brillantes (basta con ver una publicidad de Cif o la desolación de Smaug). Pero este hecho visible revela algo más profundo: occidente necesita claridad conceptual, de modo que aborrece de la incertidumbre y lo paradójico. Desde Descartes y la elevación de las ciencias se trata de "ver" con claridad y distinción. (Pensemos además en el horror vacui: mientras occidente se desvive por llenar cada esquina, oriente se complace en inmensas habitaciones vacías).

Así, para Tanizaki la sombra constituye el misterio y belleza de las cosas. Una mujer es bella porque es enigmática, cuando conocemos todo de ella el hechizo se rompe. Las habitaciones deben ser claroscuras. Permitir que la mente repose de tanta excitación. Algo en qué pensar.

*

Me aconteció algo curioso. Por motivos anecdóticos sufrí una accidente en los ojos donde tras una leve intervención médica padecí por 48 horas dolor en la córnea del ojo izquierdo. Fueron al menos 18 hs sin pantallas. Y sobre todo, sin lentes. Con dolor. Horas de quietud y recogimiento sobre el espíritu. Y descubri algo fascinante: no necesito VER permanentemente lo que me rodea. Quizás sea un privilegio del astigmatismo, donde una puede recogerse y cerrarle la persiana al mundo exterior. Ojo, mi padecimiento es leve: percibo objetos y profundidad de movimientos, pero acaso ese resto de incertidumbre, esa sombra en el sentido de Tanizaki permita una mayor expansión de la conciencia.

BONUS

Además -ah, todo le pasaba- mi mente suele ser analítica y observadora. Por eso en la vía pública me saturo de información. Es tal mi ansiedad que para sentirme a salvo necesito escudriñar todo el tiempo mi entorno. Es saludable y aconsejable (de hecho si no hubiese tenido lentes acaso podría haber perdido un ojo) pero para los nervios es fatal. Cuando la mente como una esponja absorbe información sin filtros se sobrecarga y entra la pálida. Tal vez una economia sensorial, tal vez no percibir con circunspeccion 24/7 sea un modo de terapia natural de entrecasa. Y quizás haya una forma de espiritualidad que la sobre explotación de la razón instrumental aplasta.

Bonchi Martínez

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