me extravío en la cartografía de tu piel:
geografía tibia, extendida como un elíseo suave
que me proclama su gobernante.
no hay rincón que no invoque a mis dientes curiosos;
cada pliegue, regocijo,
cada curva, sentencia divina.
al rozarte, la carne se abre,
y yo, famélico, muerdo ese resplandor carnal que se propaga en oleadas,
pétalos cremosos, núcleo rosado,
mi color favorito.
en tu textura hallo un banquete que no sacia, sino que despierta hambre nueva,
un ciclo que me condena dulcemente al canibalismo.
mi querubín adorado, crudo te prefiero;
cada tendón resquebrajado es una caricia directa a mi corazón enamorado.
masticarte es un poema
que recita mi mandíbula agotada,
un responsorio que retumba
entre mis huesos.
yo no rezo: te devoro.
no elevo plegarias: arranco súplicas húmedas de tu garganta.
porque mi amor por ti es tan solemne y vasto que se vuelve repulsivo, contradictorio,
como cuando planto besitos calientes
en tu frente que después arranco en un mordisco.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.


Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión