Te quiero porque tu boca susurra rebeldía
y tus manos acarician mi piel con maestría.
Pretendía que huyéramos esta vez,
de la sublime corriente
pues nunca supimos ser obedientes.
En el silencio de la noche, resonaban nuestros suspiros,
como melodías de una complicidad eterna y sin límites.
Bajo el manto de estrellas testigos de nuestra devoción,
nuestros corazones latían al compás de una misma canción.
En cada mirada, se entretejían nuestros destinos,
como hilos de un tapiz tejido con anhelos divinos.
Caminábamos juntos por senderos desconocidos,
confiando en que nuestra ilusión nos mantendría unidos.
En tu sonrisa encontraba la paz anhelada,
y en tus palabras, la promesa de un mañana a la par.
Se forjaba nuestra historia, única y sin igual.
Como dos almas destinadas a encontrarse en la eternidad,
nuestro amor perduraba, desafiando cualquier adversidad.
Descubriste en mí el enigma a resolver,
tu respuesta fue una moraleja,
pero a cambio, grabaste en mi rouge un esfinge,
tus besos
y el porqué de su entrega.
Guerrier de l'âme, amour de ma vie
elegante como el francés,
me tenías extasiada de la cabeza a los pies.
Lástima que su lengua jamás pude comprender.
Qué tristeza no saber,
qué tristeza saber,
el amor que nos condena
y el amor que nos redime.
Si te gustó este post, considera invitarle un cafecito al escritor
Comprar un cafecitoRecomendados
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión