Vida
Despido a ese viejo tren y sus vías,
que alguna vez creí guiadas con sabiduría,
y que ahora son solo una suave sinfonía.
Adiós a esa canción tan conocida,
que aun perdida, sigue encendida.
Deja que me suba a ese tranvía,
que me llevará a una nueva travesía,
a una vida, donde mi alma por fin reviva.
Deseo que se curen todas esas heridas,
que el tiempo alguna vez dio por perdidas,
y que hoy sanan bajo una luna embellecida.
Miraré de frente a la vida,
pidiéndole razones para seguirla;
a ella, que en esa belleza etérea,
me ata a una espera bendita.
De mi esperanza nace la añoranza,
y del amor a lo nuevo, mi confianza:
ese deseo que nació con tanto esmero,
es impulsado por un anhelo sincero.
Permanezco quieta buscando consuelo,
soñando con una vida más allá de aquel pequeño pueblo.
Porque quien aún espera un porvenir,
siempre tiene una razón para seguir.
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