Mamá me agarra fuerte del brazo. Ahí viene el colectivo de siempre, es enorme y de color rojo. No me gusta el rojo. ¿Por qué no pueden ser todos azules, como el mar? ¿Por qué no son verdes, como las hojas de los árboles? ¡No! Ya sé. Verdes y amarillos. Como el árbol de limones en la casa de la abuela.
El escalón de la puerta es enorme. Me duele la pierna cuando subo pero yo ya soy una nena grande. Mamá pone la tarjeta en ese cuadrado celeste. Intento hacerle caso y me agarro fuerte de los caños amarillos. Hay mucha gente. Un señor con bigote se levanta de su asiento y me siento. Del lado de la ventana, mi favorito. Ahora puedo imaginar cualquier cosa. ¿Qué seré hoy? Una guerrera que salva a una princesa. ¡No! Mejor aún. Una pirata que vuela en su barco. Ya sé, lo barcos no vuelan. Pero el mío si. Es especial. El colectivo frena rápido. Mamá está parada delante de mí. Nos separa un caño, amarillo, como todos. Y un vidrio sucio. Bajito, como yo. Las bocinas de los autos suenan fuerte. ¿Los barcos tienen bocina? El mío si.
Creo que estamos llegando. Estoy cansada de quedarme quieta. Me paro y casi me caigo. Mamá me reta. Dice que me voy a golpear la boca con el caño. Ese caño amarillo. Yo quiero ir parada, moverme. Aunque un poco de miedo me da. No le hago caso a mamá y me vuelvo a parar. Qué feo el vidrio sucio. No veo nada. ¡Quiero crecer! El colectivo hace ruido y se mueve más fuerte que antes. Es la calle de siempre, la que tiene rectángulos grandes, feos. No me gusta, sé que estamos llegando. Desde ahora estoy aburrida. Mi barco dejó de volar. Se fue la magia.
Mamá me mira. Me agarra la mano y estira mi brazo alto, alto, alto. Nos movemos hacia la puerta, la del medio. Me duele el brazo. Tiene un escalón grande, como la de adelante, pero acá puedo saltar.
Paso entre la gente. Qué lindo pantalón tiene esa chica. Es de colores, rayado. Como la remera favorita de mi hermana. Ella es grande y viaja sola. Como la chica. Yo quiero ser como ella. Como mi hermana. Y la chica.
Mamá me agarra con fuerza. Mucha más fuerza. Me dice que me agarre fuerte, ¿más fuerte? Me choco con un caño, otro, no el mismo. Amarillo también. Aburrido.
Escucho el sonido del timbre porque mamá tocó el botón naranja. Me dice que en la próxima bajamos. Yo estoy triste. No quiero bajar. El otro día escuché a mi hermana decir que tiene el corazón roto. Ahora creo que el mío está igual, hay que ponerle curitas. Hay que curarle el corazón a las nenas grandes. Las puedo invitar a mi barco y jugar. O viajar en colectivo. Otro, no este. Uno amarillo y verde. Que no agarre calles con rectángulos feos. Que no me lleve a la casa de papá.
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