El Vértigo de la Luz.
El cráneo se resquebraja como un huevo maldito, como una fisura en la realidad misma. No surge un pensamiento, sino un intento de huida hacia esa abertura accidental, un escape hacia lo que no debiera ser. Rompe la quietud de nuestras vidas como si en ella, por fin, pudiéramos respirar.Creemos ver porque hay luz, pero esta solo revela lo que puede tocar. Lo demás se disuelve en la penumbra de lo inefable. Nos aferramos a la claridad como quien teme al abismo, como quien prefiere la prisión dorada de lo tangible.¿Y si ver fuera otra forma de ceguera? La certeza no habita en la luz, sino en el vértigo que deja su ausencia.Lo real es una sombra proyectada en la pared de la conciencia. No basta con mirar las puertas; hay que cruzarlas, sabiendo que al otro lado podría no haber nada. Tal vez no se trata de respuestas, sino de la valentía para vivir con la incertidumbre de lo que no se puede conocer.El pájaro no vuela, sino que huye. Pero en su huida, por un instante, sintió el viento.Y eso, quizá, es lo único que importa.

Luis Julián Veloz
Psicólogo de título. Paciente de psiquiatría por destino. Escribo para no romperme. Me obsesionan los ojos y las miradas.
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