Misterio 5: La Danza de las Máscaras
El bosque estaba oscuro, más de lo que jamás lo había estado. La lluvia había cesado, pero el aire seguía cargado de una humedad helada que hacía que sus pulmones dolieran al respirar. El suelo estaba cubierto por una capa de hojas podridas, y el crujir de las ramas bajo sus pies parecía resonar más fuerte de lo normal. Algo estaba observando, algo estaba esperándolos.
Las máscaras estaban listas. Cada una de ellas, tallada con símbolos oscuros, portaba una esencia que había quedado impresa en cada uno de ellos. Rora, con su máscara de Sol, tan brillante como la luz misma, pero oscurecida por las cicatrices que el pasado había dejado en ella. Oliver, con su máscara de Luna, fría y distante, como la luz apagada en la noche. Twilight, con su máscara de cuernos largos, que parecía haber sido forjada en la oscuridad, una cara que desafiaba la realidad misma. Y Gena, con su máscara de libélula, frágil pero peligrosa, como el reflejo de algo perdido.
Las máscaras se colocaron sobre sus rostros. Cada una de ellas marcó un cambio. En ese momento, ellos dejaron de ser quienes eran. Ya no eran jóvenes atrapados por un destino. Ahora eran parte de algo mucho más grande, mucho más antiguo. Algo que había estado esperando por ellos, por su sacrificio.
Comenzaron a caminar hacia el centro del bosque, donde el ritual debía llevarse a cabo. No sabían qué esperar, pero sabían que este era el último acto, la última oportunidad para liberarse. En la oscuridad, el círculo estaba listo. Los símbolos, los mismos que habían encontrado en el sótano, brillaban débilmente en el suelo cubierto de hojas.
"Lo que fue, lo que será, lo que se une en la oscuridad. Que el ciclo termine," murmuraron en un susurro. La voz parecía venir de todos, de cada uno de ellos. El bosque susurraba con ellos, como si los árboles mismos estuvieran escuchando.
El aire se llenó de energía. La tierra tembló levemente, pero suficiente para que se dieran cuenta de que ya no controlaban lo que pasaba. Habían liberado algo, pero también lo estaban sellando de nuevo. La presión aumentaba, como si el mismo universo estuviera siendo comprimido en ese pequeño espacio.
Finalmente, una luz intensa surgió desde el centro del círculo, deslumbrante, casi cegadora. Las máscaras de los cuatro brillaban con una intensidad tan alta que parecía que sus almas estaban siendo purificadas. Cuando la luz alcanzó su punto máximo, todo se detuvo de golpe.
Los árboles cesaron de sus susurros, el aire se calmó, y el círculo de símbolos brillantes desapareció, dejando solo una marca en el suelo, un recordatorio de lo que había sucedido.
Sin decir palabra alguna, los cuatro se quitaron las máscaras. No había celebración, no había alivio. Solo un vacío.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.


Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión