El Verano Pasado

Misterio 4: La Marca de la Noche

La sombra se desvaneció en el aire, pero algo peor había quedado. La sensación de ser observado, de estar atrapados en un mundo que ya no era suyo, los acompañaba ahora a cada paso. El terror había trascendido las paredes de la casa, el sótano, la grieta en el suelo. Ahora los rodeaba, penetraba sus pensamientos, se arrastraba bajo su piel, como si una entidad sin cuerpo los hubiera reclamado.

"Tenemos que hacer algo. No podemos seguir así," murmuró Twilight, su voz áspera, vacía. Pero sus palabras carecían de fuerza. Algo en su interior ya se había roto.

El frío en la cabaña se hacía más penetrante. La luz roja que brillaba débilmente desde la grieta ya no era solo una amenaza lejana; ahora era parte de ellos, dentro de sus mentes, como un peso que los aplastaba. Cada vez que pensaban en huir, cada vez que intentaban encontrar una salida, algo los atraía de nuevo hacia ese mismo punto, ese mismo lugar.

Oliver, al igual que los demás, se sentía atrapado. Las voces en su mente no cesaban. La casa, el sótano, el ritual... todo lo que había ocurrido parecía fusionarse en un único pensamiento: no hay escape.

"Debemos hacer el ritual," dijo Gena, de repente, en voz baja. "Es la única forma."

Rora la miró, confundida. "¿Qué ritual?"

Gena se giró hacia ella con los ojos llenos de desesperación. "El que nunca completamos. La única forma de sellar esto. De dejarlo atrás."

Twilight dio un paso hacia ella, su rostro marcado por el miedo. "¿Y qué pasa si eso no funciona? ¿Qué pasa si solo empeora las cosas?"

"No tenemos otra opción," respondió Gena, con firmeza. "Este lugar... ya no es nuestro."

Con un suspiro profundo, Oliver asintió. "Entonces, ¿dónde lo hacemos?"

Rora se quedó mirando las paredes, como si buscara algo en las sombras. "El bosque. Donde todo comenzó."

El aire en la cabaña parecía volverse aún más denso, como si el tiempo mismo se estuviera retorciendo alrededor de ellos. Nadie habló más mientras se preparaban. Era el último paso, el último intento de liberarse de lo que habían desatado.