mobile isologo
buscar...

El tiempo que compartimos

Sofi

Jun 10, 2025

80
El tiempo que compartimos
Empieza a escribir gratis en quaderno

Había una vez dos personas que se encontraron sin buscarse, en un momento de la vida donde todo parecía transitorio. Ella venía de una historia larga, un amor de adolescencia que había durado años. Él también había vivido otras experiencias. No eran nuevos en el amor, pero sí en lo que estaban por construir.

Se conocieron a finales de un año que ya estaba cansado. Se cruzaron entre libros, risas y miradas que decían más de lo que cualquiera se atrevía a poner en palabras. Al principio fue una aventura de verano. De esas que se viven intensamente, sin pensar demasiado. Pero en el fondo, ya algo se estaba formando.

Luego se retoma en el invierno y con él, los días compartidos. Estudiaban juntos, se acompañaban, se cuidaban. Ella cocinaba a veces, él también. Compartían películas, siestas, besos largos y silencios cómodos. Se fueron conociendo entre los pequeños gestos: él calentaba el ambiente para que ella estudiara cómoda, y ella lo esperaba con cariño después de sus días largos. El amor se volvió cotidiano. Y eso, para ellos, era hermoso.

Después vino el golpe: ella enfermó. Una parálisis primero. Y él estuvo ahí. La llevó al hospital, la cuidó en su casa, su familia la recibió como a una hija. Dormían juntos sabiendo que el otro estaba ahí, para bien o para mal. En ese tiempo, él le dijo que la amaba. Y ella también. Era la primera vez. Y lo sentían real.

Pero el tiempo no se detuvo, y la universidad comenzó. Lo que antes era espacio compartido se volvió distancia. Él, con su mente sobrecargada, con su TDAH, su depresión… empezó a desbordarse. Ella notaba cómo se alejaba, cómo los mensajes se acortaban, cómo ya no quería verla como antes. Ella intentaba comprender, dar espacio, ajustarse, pero el vínculo comenzó a doler. Y vino el segundo golpe, ella enfermó.

Y un día, sin previo aviso emocional, él decidió terminar. Fue por teléfono, cuando ella aún estaba convaleciente, recuperándose de una operación. Fue confuso, desolador, cruel sin quererlo ser. Él dijo que ya no podía. Que no le daban los tiempos. Que estaba colapsado. Y ella, en el fondo, sabía que no era justo. Que había dado todo. Que aún lo amaba.

Se quedó sola. Con los recuerdos. Con la rutina sin él. Con las comidas solitarias, los trayectos vacíos, la cama más grande. Con el amor que no se fue solo porque él ya no estaba.

Pasaron los días. A veces le daban ganas de escribirle, de pedir explicaciones, de volver atrás. Pero también sabía que ya no era el mismo. Que esa versión de él que la sostenía, ya no estaba.

Y aunque la historia terminó, el amor que existió fue verdadero. No perfecto. No suficiente para durar. Pero sí suficiente para doler. Para marcar. Para haber dejado huella.

Ella, de a poco, empezó a entender que no se trataba de que no valiera la pena, ni de que no fuera elegible, sino de que él no podía sostener el amor que ella estaba dispuesta a dar.

Sofi

Comentarios

No hay comentarios todavía, sé el primero!

Debes iniciar sesión para comentar

Iniciar sesión