Tenías una belleza indestructible; y era de ese tipo de mujeres que enamoran con la mirada.
Fácilmente me dijiste "no"; y me quedé con un sí, atragantado entre los brazos.
Como loco, salí a buscarte, porque a mí nunca me enseñaron a ser rechazado.
Te busqué entre muchas, pero ninguna belleza era parecida a la tuya.
Encontré muchos labios, muchas bocas secas, y tu aroma cuasi fresco se me fue olvidando, entre tantas derrotas.
El lamento de haberte perdido se fue apaciguando, y me sentí más hombre, tropezando otras historias. Acaso si mañana te encontrara, como un toro malo voltearía la cara, porque no hay peor cosa que una hembra despechada, pero tampoco hay desprecio más grande, que el de un hombre abandonado.
Casi sin quererlo, volví a reír, a mirar, a sentir. huyendo de tantas noches que en silencio te pedí.
La cara necia de la luna, embarcada en el tren de los olvidados, me había hecho crecer...
La piña colada, que me diste sin despedirte, y otros tragos amargos, que aprendí a tomar sin preguntar.
Tenías una belleza indestructible, pero el tiempo la destruyó, como destruye todo, todo lo que se deja matar.
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